SEMANA TRANQUILA DESPUÉS DE LA RESACA DE LA ANTERIOR, DEDICADO A MIS LABORES LITERARIAS (Y AL RESTO, QUE NO ES MOCO DE PAVO).
AQUÍ TENÉIS UNA SEGUNDA ENTREGA DE ESTE RELATO DE MISTERIO... "EL OTRO LADO". ¿EL OTRO LADO DE QUÉ? AL FINAL CADA UNO QUE SE SIRVA A SU GUSTO.
BUENA SEMANA A TODOS
Tres
días atrás, mientras recorría el mercadillo, había entrado en aquella oscura y
polvorienta tienducha en medio de los puestos del mercadillo. En multitud de
ocasiones había pasado por delante de ella, pero no se le había ocurrido ni de
lejos pasar a fisgonear en su interior. El escaparate tampoco invitaba a la
aventura, era una minúscula tienda de antigüedades con aspecto de estar abandonada.
Sin embargo, ese día algo la impulso a traspasar el umbral de la desvencijada
puerta. Un sonido de campanillas anunció su presencia en el estrecho local, tan
atestado de trastos que apenas podía moverse entre ellos. Un anciana apareció por una puerta que Laura
supuso debía dar a la trastienda y le dirigió una afable mirada por encima de
unas obsoletas gafas de gruesa montura.
—¿Puedo ayudarla en algo? —la mujer
esbozó una leve sonrisa.
—En realidad solo quería echar un
vistazo, vivo cerca y, a pesar de haber pasado por delante del escaparte mil
veces, nunca había entrado. No le importa ¿verdad?
—En absoluto, joven. Si desea algo,
estaré en la parte de atrás.
«Aún hay personas confiadas, a pesar
de los tiempos que corren», pensaba Laura mientras examinaba la más dispar
colección de objetos que jamás hubiera imaginado que podían estar juntos en una
sola tienda: sillas con un tapizado que sugería la corte francesa de Luis XVI
descansaban junto a una vieja máquina de coser, una pequeña jarra de loza junto a un aguamanil descascarillado,
un banco de madera adornado con un paño obviamente tejido a mano con unos
motivos geométricos simplemente horribles… y entonces lo vio.
En aquel momento tuvo la sensación
de haber sentido un hormigueo en la mano, más concretamente en el dedo en el
cual lucía aquel singular anillo. Cuando llegó a casa, el sentido común le hizo
pensar que no había sido más que una ilusión causada por la agobiante atmósfera
de la tienda. Lo cierto es que al tener frente a sí el espejo experimentó una
especie de interferencia visual como las que produce el calor sobre el asfalto
en los más achicharrantes días del verano.
Se trataba de un objeto de
apariencia muy antigua. El marco metálico estaba adornado con volutas y motivos
vegetales sobre un material que aparentaba ser bronce. Dio un paso y tendió su
mano para acariciarlo. Al entrar en contacto, la sensación de hormigueo se
intensificó y la cabeza comenzó a darle vueltas hasta el punto de que pensó que
se iba a desplomar allí mismo. Sin embargo, el torbellino que asolaba su cabeza
se disolvió tan repentinamente como había comenzado, dejándola sumida en un mar
de dudas.
Una vez recuperada del ligero vahído, supo que
aquel espejo tenía que ser suyo. Era como si su imagen reflejada se lo estuviera
diciendo desde lo más profundo de aquel enorme armatoste. Se dio la vuelta y
casi tropezó con la anciana, que estaba de pie justo detrás de ella.
—¿Le gusta? No es muy caro.
Laura se quedó mirándola, confusa.
No la había visto cuando se contemplaba a sí misma en el espejo. Estupefacta,
volvió la vista de nuevo y, aliviada, contempló el reflejo de las dos sobre el
cristal. «Te estás sugestionando, compañera», se reprendió mentalmente. No es
más que un espejo en una destartalada tienda de barrio y esta anciana apenas si
puede moverse.
—Sí, me gusta. Si el precio es
razonable, me lo quedo. Lo único que le pediría es que me lo guarde hasta por
la tarde. Pasaré con mi novio a recogerlo, yo sola no puedo llevarlo a casa.
—No hay problema, querida. Y respecto
al precio le aseguro que le resultará de lo más conveniente —la extraña y
ambivalente sonrisa seguía colgada en el rostro de la mujer como si hubiera
quedado paralizada allí mucho tiempo atrás, otorgando un aire de inexpresiva
cordialidad a su dueña.
Laura sacudió la cabeza mientras
pensaba que se estaba convirtiendo en una neurótica, pero cerró el trato y
aquella tarde el espejo ya adornaba su dormitorio, dominando el espacio a pesar
de ser un objeto discordante con la decoración que lo rodeaba.
Mm tiene buena pinta, habrá que esperar para descubrir qué se esconde detrás de ese viejo espejo y cuantas sorpresas nos depara. Un abrazo, Vidal.
ResponderEliminarBienvenido, Frank!!!
ResponderEliminarEspero que este rinconcito a la sombra de los árboles te resulte cómodo y que te quedes una buena temporada.
Un abrazo!!!
Pues habrá que estar atenta los viernes... ese espejo me encanta!!
ResponderEliminarPaciencia, compañeros... poco a poco, un paso y luego otro. detrás del espejo está Lu... digo Laura, que me equivoco, jeje
ResponderEliminarUn espejo, un objeto misterioso y ambiguo....me gusta, espero leer más
ResponderEliminarBienvenida tú también, Tere!!!
ResponderEliminarCuánta gente en tan pocos días! Pasado mañana habrá más, si nada lo impide.
Un abrazo a ti también!!