NO SÉ SI ES POR EL INSOPORTABLE CALOR QUE NOS AZOTA O HAY ALGÚN OTRO MOTIVO, PERO ESTA SEMANA HE PUESTO FALTA A LA MAYORÍA DE VOSOTROS AQUÍ EN EL BLOG. ESPERO QUE NO FALTÉIS PARA EL CAPÍTULO DE ESTA SEMANA, DONDE JACK SE PRESENTA FORMALMENTE... Y SE LLEVA A FAITH CON ÉL.
QUE LO DISFRUTÉIS. HASTA PRONTO
«Hola, Faith ¿me echabas de menos?»
Ni siquiera le había visto mover los
labios. Faith pensó que quizás había sido a causa de la intensa penumbra que inundaba
la habitación. A pesar de la luz que entraba por el gran ventanal procedente de
los faroles de la calle, la atmósfera que rodeaba su cama poseía un tinte de
irrealidad que la hacía sentirse mareada.
«He de escapar como sea», pensó.
Sopesó la posibilidad de gritar pidiendo auxilio, pero se dio cuenta de que si
hiciera algo semejante estaría perdida antes de que alguien acudiera en su
ayuda. Se retrepó en la cama, lista para saltar. Si era lo bastante rápida
podría sortear la distancia que la separaba de la puerta y lanzarse escaleras
abajo gritando. Esa sería su salvación.
«¿No dices nada, querida? ¿Ni
siquiera saludas a los viejos amigos?»
—No sé quién es usted —espetó ella
aparentando la mayor firmeza que pudo—. Lo único de lo que estoy segura es de
que no es mi amigo. Me tengo por una persona que saber escoger a sus amistades
con cierto tino.
Una desagradable risa cortó el aire
ya viciado de la estancia.
«¿Tú
crees? ¿No piensas que a veces las personas no son lo que parecen a simple
vista? Mira tu amigo, ese tal Alfred. Yo diría que no es trigo limpio. ¿no
piensas igual que yo?»
La cabeza le daba vueltas a Faith. Él
no parecía tener mucha prisa en acercarse a ella, se había detenido a medio
camino entre el rincón donde inicialmente se encontraba y la cama de ella. Echó
las sábanas y las mantas hacia atrás para liberar sus pies. Lo último que
necesitaba era tropezar y caer en el momento crítico de dar el salto y salir
corriendo.
—Alfred es un amigo. ¿Acaso puedes
decir algo de él? Detesto a las personas que lanzan acusaciones sin pruebas que
las respalden. La maledicencia es un vicio altamente reprochable, señor.
Él le dedicó una sonrisa que bien
podía tenerse por afectuosa.
«No
me llames señor, querida. Ya tenemos la suficiente confianza como para que
utilices mi nombre. Puedes llamarme Jack.»
—No tengo por costumbre tomar
ninguna confianza con personas que invaden mi vida y mis habitaciones de un
modo furtivo —dijo Faith en un intento de prolongar la conversación para que él
se confiara—. La gente que trato acostumbra a llamar a la puerta y vienen de
día, caballero.
Jack hizo un mohín de desaprobación.
«Vamos,
querida, no podría llamar a la puerta aunque quisiera. Mis circunstancias no me
lo permiten. Hazte cargo»
—Además, añadiré algo más. No le
conozco de nada, así que le ruego que no vuelva a presentarse ante mí ni en mi
casa ni en ningún lugar. Y si tiene algo que decir en contra de Alfred dígalo y
demuéstrelo, o de lo contrario…
«¿De
lo contrario qué? ¿Vas a llamar a la policía, a tu querido padre? ¿Cómo
explicarás que hay un hombre en tu habitación en plena noche, querida? ¿Qué
sería de tu honra y del nombre de tu famil…»
Sin pensarlo dos veces, Faith saltó
de la cama y corrió como una exhalación hacia la puerta. En una fracción de segundo
sobrepasó a su interlocutor, y ya se diponía a asir el pomo de la puerta cuando
una mano helado la agarró de la muñeca. Lo único que pudo pensar fue: «¿Cómo es
posible? No estaba tan cerca como para alcanzarme»
La presa sobre su muñeca aumentó su
fuerza.
«No
seas chiquilla. ¿Dónde pensabas ir tú sola? Tengo una tarea para ti y para mí
esta noche. Por eso vine a buscarte.»
Una risotada se perdió como un eco
en la oscuridad.
Bueno. Si que es verdad que andaba muy despistada, pero ya llegué. Espero que pueda quedarme........
ResponderEliminarTb ando un poco descolocada del blog, y necesitaré un par de capítulos para volver a centrarme.
Y como dice tu Jack.........hazte cargo.
Espero que vaya todo bien.
Un abrazo.