A PUNTO DE VENIR LOS REYES MAGOS (SI OS HABÉIS PORTADO BIEN), OSA TRAIGO ALGUNA NOVEDAD DE AÑO NUEVO. EN BREVE (UNAS SEMANAS) SALDRÁ A LA VENTA EL LIBRO ANTOLOGÍA DE RELATOS HISTÓRICOS QUE CONTIENE "GRIGORI", DE UN SERVIDOR. EL RELATO OCUPA UNAS TREINTA PÁGINAS DEL LIBRO Y SE PODRÁ ADQUIRIR PIDIÉNDOLO EN CUALQUIER LIBRERÍA. AQUÍ OS DEJO EL ENLACE DONDE SE ANUNCIÓ LA SELECCIÓN.
AHORA SÍ, OS DEJO CON LORRAINE Y SU MADRE Y LAS "SOMBRAS". QUE LO DISFRUTEIS...
La
aséptica luz de los fluorescentes daba al pasillo del hospital la apariencia de
un mundo alienígena. Así se lo parecía a Susan, al menos, mientras esperaba
sentada a que saliera el médico de guardia. La gente entraba, salía, iba y
venía sin orden aparente mientras los minutos se le hacían horas. En realidad
llevaba esperando algo menos de cuarenta y cinco minutos, pero tenía el alma en
vilo. Se estrujaba las manos de forma compulsiva a falta de algo mejor que
hacer, pero no se había movido ni un centímetro desde que se llevaron a
Lorraine para examinarla. Era como si una fuerza invisible la mantuviera atada
a la silla.
Ni cinco minutos más tarde una
puerta se abrió y una doctora salió por ella deshaciendo el nudo de su
mascarilla.
—¿Susan Harper?
Susan casi saltó de la silla, como
impulsada por un resorte. Iba adecir algo, pero la doctora la detuvo con un
gesto de la mano.
—Soy la doctora Jameson. En primer
lugar, ha de saber que la salud de Lorraine no corre ningún peligro. Su estado
físico es normal, presentaba una ligera hipotermia pero nada más. Esto en
cuanto a lo físico. Sin embargo, cuando ha recuperado la consciencia hemos
apreciado una desorientación bastante profunda y persistente. De hecho, al
principio ni siquiera era capaz de decirnos su nombre. Supongo que se lo habrán
preguntado cuando ha llegado, pero no lo he visto en el informe, así que me
temo que se lo he de preguntar de nuevo ¿qué ha ocurrido?
—La
verdad es que no lo sé, doctora —Susan contestó con un gesto de preocupación
dibujado en el rostro—. Ella estaba en su habitación cuando oímos en un grito.
Al subir encontré toda la habitación patas arriba, y mi hija estaba dentro del
armario, empapada y fría como un témpano. Sin sentido. No puedo explicarle más.
La
doctora no pareció satisfecha con la explicación.
—Aunque
no haya aparecido nada extraño en el análisis de sangre ¿su hija se ha
comportado de modo habitual en los últimos tiempos? No estoy afirmando que
consuma ninguna sustancia, pero hemos de descartarlo todo. Ya sabe que los
niños hoy en día toman contacto con ese tipo de cosas a una edad muy temprana.
—Hasta
hoy ha sido la misma de siempre. Sin embargo… hoy se ha comportado de un modo
extraño, como si ocultase algo. Pero esto es una sensación de madre, realmente
no me ha dado tiempo de hablarlo con ella. Ocurrió un accidente en la cocina,
se rompió una fuente con comida y discutimos por ello. Por eso subió a su
habitación. Nada más. Yo no creo…
—No,
no, ya le digo que era por descartar posibilidades. ¿Su marido estaba en casa
también?
—Mi
marido murió hace tres años en un accidente de coche. Lorraine y yo vivimos
solas. Tampoco mantengo ninguna relación amorosa, antes de que lo pregunte.
—No
se ofenda, señora Harper. Comprenda que necesitamos tener en cuenta todas las
variables para poder ofrecer un diagnóstico fiable. Y en este caso no hay
muchos datos. De todas formas, le hemos dado un tranquilizante suave a su hija.
Se la puede llevar a casa. Si hay alguna recaída, por favor, vuelva de
inmediato. Pregunte por mí, por si estoy de guardia. No es preciso ningún tipo
de medicación, ya le he dicho que su hija tiene una salud de hierro. Si su hija
no se encuentra bien mañana, quiero decir si la desorientación persiste, tendrá
que acudir de inmediato a su médico de cabecera. Pero no creo que sea el caso.
Buenas tardes.
Susan
no quitaba el ojo de encima a Lorraine por el retrovisor mientras conducía. La
niña la había reconocido al reunirse con ella, pero ahora miraba por la
ventanilla del automóvil con aire ausente. A pesar de que la doctora le había
dicho que no la presionara hasta que todo volviera a su lugar, no pudo reprimir
el impulso de preguntar:
—¿Te sientes bien, cariño? Ta sé que
te lo he preguntado al menos cuatro veces, pero…
—Sí mamá, estoy bien.
«Y ya está», pensó Susan. Su pequeña
parlanchina contestando de esa forma telegráfica. Ahora estaba absolutamente
segura de que tras esa máscara su hija ocultaba algo.
—¿Puedo preguntarte una cosa,
cariño?
—Claro, mamá.
—Si lo prefieres, podemos hablar
mañana. Entiendo que no apetezca conversar en este preciso instante.
—Es igual, mamá. Dime.
—¿Qué
es lo que te ocurre? Quiero decir hoy. Desde que volví de la compra, estás
rarísima. ¿Hay algo que te preocupe? ¿Cosas de chicos? ¿Tus nuevos compañeros
en el colegio?
—No
mamá… todo va bien.
Susan
percibió que la barrera entre ambas estaba cayendo. El labio inferior de su
hija temblaba y las lágrimas empezaron a rodar por las mejillas de la niña.
Llegaron a casa. Susan detuvo el coche y entraron en casa. Fueron directas al
salón. Abrazó a su hija con fuerza y se sentaron juntas en el sofá.
—Oh,
cariño, por favor, cuéntame lo que sea que te ocurre. No puedo soportarlo más.
Somos una familia. Si no podemos confiar la una en la otra, ¿qué más nos queda?
Lorraine
se echó a llorar. Lloró y lloró durante varios minutos, incapaz de articular ni
una sola palabra. Susan aguantó el aguacero, sabedora de que había ganado el
asalto. Cuando las lágrimas y los hipidos cesaron, Lorraine se sonó la nariz y dijo:
—Mamá,
vas a pensar que estoy loca, pero no es así. Te contaré lo que me ha pasado hoy,
pero antes he de preguntarte algo.
Susan
enarcó las cejas.
—Adelante, hija.
—¿Puedo
dormir esta noche contigo?
No es el último capítulo ¿No? Porque no puede ser....
ResponderEliminarNo lo es, en efecto. Ya contesté a quien lo dijo a través de facebook. Siempre aviso cuando se acaba el relato o cambiamos de tercio.
ResponderEliminarBesos, Sandra
Veremos si le cuenta!!!!
ResponderEliminarA ver, a ver... !!!
ResponderEliminar"Cuando oímos en un grito", esa frase y alguna otra letra juntada a otra palabra que no es, es lo único que he detectado de tu exquisito escrito.
ResponderEliminarLas prisas, que no son buenas consejeras. Eso y un teclado nuevo y diferente. Es mejor, pero aún no nos entendemos, jaja
ResponderEliminarUna abrazo, Ricardo!!!