ESTA SEMANA OS ENVÍO EL CONSABIDO TROCITO DE JACK VUELVE POR CONTROL REMOTO, PROGRAMÁNDOLO EN EL BLOG. SIN NOTICIAS POSITIVAS O INTERESANTES QUE COMENTAR, EXCEPTO QUE LA SEMANA QUE VIENE NOS DAREMOS UN RESPIRO Y VOLVEREMOS YA A LA SIGUIENTE, PASADA LA SEMANA SANTA.
AQÚI OS LO DEJO. QUE LO DISFRUTÉIS...
—¿Es
que no tiene usted ojos en la cara, pazguato? ¡Mire lo que ha hecho!
El joven que se hallaba detrás de
Faith era alto y bien parecido. De complexión atlética y pelo corto y oscuro.
Un fino bigote vigilaba la parte inferior de su nariz. Para completar la
panorámica, Fatih observó unos ojos de un intenso azul que semejaba el cielo
que se desplegaba sobre sus cabezas, limpio y puro. La madre naturaleza hizo
sonar campanillas en el interior de Faith.
El joven se apresuró a sacar un
pañuelo de su chaqueta y se lo ofreció a Fatih. Se deshizo en disculpas de
forma atropellada, con el rostro enrojecido por el apuro.
—Lo siento muchísimo… yo… no pude
evitarlo… me empujaron.
—¡Es usted un botarate! —exclamó
Percy con la mayor indignación que pudo— La exclusividad de este club se está
echando a perder. ¡Dejan entrar a cualquiera! Tendré que hablar personalmente
con el presidente para expresarle…
—Cálmate, Percy —Faith puso una mano
sobre el antebrazo de él en un gesto apaciguador—, estoy segura de que el
caballero en ningún momento tuvo intención de ofender a nadie, ¿no es cierto,
señor…?
—Hedges, Alfred Hedges, para servirla. De
verdad que lamento muchísimo lo ocurrido. Si hay algo que yo pueda hacer par
ayudarla…
—Para empezar —Percy siguió en sus
trece—, además de una disculpa bien podía usted ofrecerse a pagar el vestido
estropeado. La tarde en el club ya nos la ha echado a perder…
—¡Basta ya, Percy! —Faith le
reconvino y la brusquedad del gesto hizo que él enarcara las cejas,
sorprendido—. Solo se trata de una mancha, y con este calor se secará en un
santiamén —entonces Faith reparó en un detalle curioso y vio la oportunidad
claramente delante de sus ojos—. Y dígame, señor Hedges, ¿ha venido usted solo?
No veo que esté acompañado por nadie.
—En efecto, soy nuevo en la ciudad.
He venido a pasar una temporada con mi abuela. Vive en las afueras, en el
campo. Fue ella quien sugirió que viniera al club. Dijo que lo más selecto de
la sociedad londinense acude aquí regularmente. Y veo que no se equivocaba. Me
indicó que este sería un buen lugar para conocer gente de buena familia.
—Su abuela debes ser una mujer
sabia, a juzgar por sus consejos. Siguiendo nuestra conversación, sí que hay
algo que quizás pudiera usted hacer por mí.
—Lo que desee lo haré encantado
—afirmó él ladeando la cabeza con galantería— con tal de compensar mi terrible
error.
—Podía usted traerme otro vaso de
limonada. Esta tarde hace un bochorno insoportable. El aire no se mueve en
absoluto. Creo que iré asentarme en aquel banco —y señaló uno situado a la
sombra de un bosquecillo de tilos—. Le esperaré allí, si no le parece mal.
—¡Pero Faith! —exclamó Percy,
ofendido— ¡Eso es totalmente inadecuado! Iremos todos a sentarnos allí.
—¡Oh Percy, pero yo quiero seguir
viendo el partido! —Constance se apresuró a aprovechar la oportunidad de
quedarse a solas con él, pues James se había acercado a Melissa y charlaba
animadamente con ella y con el resto de los que se hallaban sentados a la mesa
de los Lakebold— ¿Me vas a dejar sola a mí?
—Vamos, Percy —Faith ofreció una
sonrisa de complicidad con su amiga—, no temas. Estamos a la vista de todo el
mundo y a solo unas decenas de metros de aquí. No creo que mi honra se resienta
por ello, querido. Quédate con Constance, sé bueno.
Y así es como el agente Hedges se
introdujo en el círculo de amistades de Faith. En un círculo muy cercano. Su
coartada fue perfecta, pues, efectivamente, su abuela vivía en el campo. Pero
ya se encargaría él de que Fatih no llegara a conocerla.
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