LO PROMETIDO ES DEUDA! HA VUELTO JACK, CON SUS INTRIGAS Y SUS VISIONES. HACEMOS UN POCO DE MEMORIA, AUNQUE PODÉIS LEERLO DE NUEVO EN EL MENÚ DE LA DERECHA. ESTA HISTORIA OCUPÓ LAS PÁGINAS DEL BLOG DURANTE LOS MESES DE JUNIO A MEDIADOS DE SEPTIEMBRE DE 2012.
FAITH, UNA JOVEN DAMA DE LA ALTA SOCIEDAD BRITÁNICA DE FINALES DEL SIGLO XIX, TOMA PARTE EN UNA SESIÓN DE ESPIRITISMO. DESDE ESE MOMENTO, SE VERÁ RELACIONADA EN TURBIOS Y VIOLENTOS CRÍMENES, Y SUFRIRÁ TERRIBLES VISIONES QUE LA ACOSAN Y PONEN SU SALUD E INCLUSO SU VIDA EN JAQUE.
AQUÍ TENEMOS DE NUEVO A LOS PROTAGONISTAS DE ESTE POPULAR RELATO. qUE LO DIFRUTÉIS...
—Su
hija se encuentra extremadamente grave, Sir Richard —el doctor enjugó el sudor
que empapaba su frente con la manga de la camisa. Su rostro cansado se había
vuelto para mirar a su interlocutor que, angustiado, se retorcía las manos
presa de la desesperación y la impotencia—. Ni siquiera sé qué recetarle. La
fiebre no parece responder a ninguna causa fisiológica pero no remite. Le
sugiero un baño en agua fría paños sobre la frente. Esta noche es decisiva. Si
le parece oportuno, dormiré aquí.
—No faltaría más, doctor. Si quiere
envío aviso a su esposa, estará preocupada.
—No es necesario. Ya le dije que
probablemente no volvería hasta mañana. Y menos según están los caminos.
Aventurarse a salir en una noche como esta ha sido una verdadera locura. No me
malinterprete, ha hecho bien en avisarme dado lo… particular —la voz le vaciló
al escoger la palabra, se había quedado estupefacto cuando le refirieron los
hechos. El comportamiento de Lady Faith durante las últimas semanas había
resultado chocante, sobre todo tratándose de una persona tan estable y sensata
como ella— de la situación. Estando aquí podré vigilar su evolución de cerca y
estaré a mano si sucede algo imprevisto.
—¿Imprevisto? ¿No estará insinuando
que…?
—En absoluto —el doctor disipó la
duda de Sir Richard con un revoloteo de su mano—. Simplemente hablaba de un
modo hipotético, no estaba preconizando ninguna circunstancia fatal. Lo que sí
me gustaría es poder descansar un poco. Recuerden lo del baño y los paños. Mañana estaré en
condiciones de hacer un diagnóstico más preciso, según se desarrolle la noche.
Avísenme ante el más mínimo cambio.
–Asó lo haremos, doctor. Vaya usted
y descanse, por favor. Y disculpe lo intempestivo de mi llamada.
—Por favor, Sir Richard. Asistí al
parto cuando Lady Faith nació y desde entonces he sido el médico de la familia.
Para mí es un honor la confianza que depositan en mí. Me retiro, si no dispone
otra cosa.
—Naturalmente, doctor. Yo la velaré
hasta el amanecer y me encargaré personalmente de renovar los paños. Le avisaré
si hay novedad.
Sir Richard ordenó inmediatamente
que preparasen el baño para su hija y una habitación para el doctor. Había
mandado a buscarlo bien avanzada la noche, en medio del temporal, y él había
accedido a venir sin objeciones. Cuando Frances había encontrado el cuerpo de
Faith tendido en el barro del jardín, él la vio tan pálida que temió lo peor.
Los recuerdos volvieron poderosos y
recordó los funerales de su esposa. Pensó con remordimiento de qué manera había
hecho a un lado a su hija, quizás porque le recordaba a su difunta madre,
quizás por simple cobardía, por no atreverse a mirar a los ojos al futuro. Se
había refugiado en el alcohol y en una vida disipada para evitar afrontar sus
propios fantasmas, y lo había hecho a costa de lo que más quería en el mundo:
ella, su propia hija, la sangre de su sangre. Ahora lamentaba todo el tiempo
perdido, se daba cuenta de que los años no pueden vivirse de nuevo, todo va
quedando atrás sin solución de continuidad.
Cuando le dejaron a solas en la
habitación con su hija, le tomó la mano en un gesto de cariño que nunca antes
se había permitido exteriorizar.
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