viernes, 25 de mayo de 2012

LA BESTIA (XI) + ALGUNA NOVEDAD QUE OTRA

   BUENAS TARDES DE VIERNES:
   ANTES DE ENTRAR EN MATERIA, OS COMENTO UN PAR DE COSAS.
   PARA LOS QUE NO ESTÁIS EN MI LISTA DE CORREO PERO ENTRÁIS EN EL BLOG A LEER, OS DEJO UN ENLACE DE UN MICRORRELATO PRESENTADO A UN CONCURSO Y QUE HA OBTENIDO UNA ACOGIDA POR PARTE DEL PÚBLICO MEJOR QUE LA QUE YO ESPERABA. ESTÁ PUESTO A LA VISTA DE TODO EL MUNDO. SÓLO TENÉIS QUE PINCHAR EN ESTE ENLACE PARA LEERLO.

   POR OTRO LADO, ESTA SEMANA HE RECIBIDO UNA INVITACIÓN DE LA REVISTA MINATURA PARA PARTICIPAR EN EL PRÓXIMO NÚMERO, CUYO TEMA ES "GUERRAS FUTURAS", QUE SE PUBLICARÁ A MEDIADOS DE JULIO. EN´VIÉ UN RELATO Y ME CONFIRMARON SU PUBLICACIÓN, ASÍ QUE NOS VEREMOS DE NUEVO EN DIGITAL.

   Y AHORA SÍ, VAMOS CON ESTE ÚLTIMO CAPÍTULO DE "LA BESTIA". ¡¡LA SEMANA QUE VIENE ESTRENAMOS!!

   OS ESPERO A TODOS...¡NO FALTÉIS!

            - Sed bienvenidos, mis pequeños visitantes. No suelo gozar de este honor a menudo. Espero que sea… inolvidable para vosotros.
            Tiago no podía mover ni un músculo. Aquel ser despellejado emitía un frío más allá de la sensación física, inundaba el alma de un desasosiego infinito. Tras un esfuerzo notable, consiguió cerrar la boca, abierta aún por la sorpresa.
            Romeo, a su lado, había cobrado un aspecto enfermizo. Se le veía nervioso, desencajado. Estaba claro que aquello no entraba en sus planes. Por lo menos no tan pronto. En un momento la piel del rostro parecía haberse pegado a sus pómulos, igual que una momia, consumido. Tiago sintió una extraña punzada en el estómago. Algo no marchaba según lo planeado.
            - Todo va bien, ¿no? En el juego le venciste, por lo tanto ahora podemos vencerle también.
            Romeo se volvió. Abrió la boca, como para decir algo, pero la volvió a cerrar. Finalmente se decidió.
            - En el juego lo peor que podía pasar es que perdiera la partida, idiota. Esto es diferente, ¿no lo ves? Además, en el juego había mejorado mis armas y mis poderes cuando llegué al nivel de la Bestia. Aquí, para que te hagas una idea, estamos en bragas.
            - ¡Basta de cháchara! –el vozarrón rebotó en los muros, multiplicándose-. Si os parece, pasaremos a la acción; si no os parece… también.
            La Bestia hizo un leve gesto y sin que diera tiempo  ni a pensarlo, toda la sala se vio envuelta en llamas. No había ningún objeto a la vista que pudiera arder: cortinas, muebles… nada. Sin embargo, las llamas producían un calor tan intenso que el cabello de los chicos se chamuscó al instante.
            - ¡Tenemos que salir de aquí! -gritó Romeo- En la sala anterior hay una puerta de salida ¡CORRE!
            Se dieron la vuelta, dispuestos a desaparecer en segundos. Un hacha se estrelló contra la puerta, partiéndola en dos y pasando a escasos centímetros de sus cabezas. Romeo se agarró un hombro. La sangre comenzó a manar.
            - ¡Joder! Sólo me ha rozado, pero duele muchísimo –dijo, mientras recuperaba el equilibro- ¡Vamos!
            - No pensaréis dejarme aquí solo ¿verdad? -bramó la Bestia- Eso sería muy desconsiderado por vuestra parte, teniendo en cuenta que he preparado una sorpresa especial exclusivamente para vosotros.
            Los chicos recorrieron los escasos metros que les separaban del cuadrado luminoso de la sala anterior en apenas unos segundos. A pesar de la herida, el primero en llegar fue Romeo. Puso la mano sobre el cuadrado, se difuminó y desapareció.
            Tiago se dispuso a hacer lo mismo, cuando una mano enorme lo detuvo.
            - Creo que tú si te vas a quedar a cenar ¿eh?
            La criatura le obligó a volverse, de espaldas contra la pared. Sus rostros quedaron uno frente al otro. Tiago pudo ver el interior de la boca. Lo que se movía dentro eran… ciempiés. Correteaban por entre los afilados dientes y por encima de la lengua, viscosa y negra.
            - No… por favor, no me hagas daño. Yo no pretendía… no...
            La garra despellejada le acarició la cara. La piel se desprendió, abrasada. Tiago empezó a chillar y patalear, presa del dolor y la desesperación.
            - ¡Déjame! ¡No! ¡NOOOOOOO!
            Los gritos cesaron cuando los huesos se fueron rompiendo, en una lenta agonía.
****
            De pie, junto a los restos de Tiago, la Bestia sonreía, satisfecha. Por detrás de su figura apareció una sombra. Una sombra encorvada.
            - Has dejado escapar a uno. Te dije que vendrían. Los augurios no fallan.
            - Por eso estás aquí. Porque tus premoniciones no fallan.
                                                            FIN.

viernes, 18 de mayo de 2012

LA BESTIA (X) + EL VERDADERO FINAL DEL CUENTO DE CAPERUCITA

   HOLA A TODOS

   ESTA SEMANA TRAIGO VARIAS NOTICIAS. EN PRIMER LUGAR, PARA LOS QUE NO ESTÁIS EN MI LISTA DE CORREO, YA SALIÓ EL NÚMERO 119 DE LA REVISTA MINATURA, EN EL QUE SE PUBLICA MI RELATO "ATADECER". LO PODEÍS DESCARGAR GRATIS EN PDF PINCHANDO AQUÍ. SI NO PODÉIS O QUERÉIS DESCARGARLO, OS LO PUEDO ENVIAR POR CORREO ELECTRÓNICO, PEDÍDMELO A KIKOINES@GMAIL.COM.

   POR OTRO LADO, ESTA SEMANA HE ESCRITO Y PRESENTADO A CONCURSO UN MICRO CON EL VERDADERO FINAL DEL CUENTO DE CAPERUCITA. SE TITULA "EL LOBO Y CAPERUCITA" Y ESTÁ COLGADO, JUNTO CON TODOS LOS QUE SE HAN PRESENTADO DE MOMENTO, EN UN BLOG. PARA VERLO PINCHAD EN EL SIGUIENTE ENLACE. LEEDLO Y YA ME CONTARÉIS QUÉ TAL. SÓLO SON 16 LÍNEAS...


   POR ÚLTIMO, AQUÍ TENÉIS EL QUE SERÁ EL PENÚLTIMO (O ANTEPENÚLTIMO, YA VEREMOS) CAPÍTULO DE"LA BESTIA". OS PUEDO ANTICIPAR EL TEMA DEL SIGUIENTE RELATO. ¿Y SI JACK EL DESTRIPADOR VOLVIERA A LA VIDA? CREO QUE SE TITULARÁ "JACK 12", AÚN NO LO HE DECIDIDO.

   HASTA PRONTO

La saeta silbó al partir presurosa, pasó entre las manos del Guardían y atravesó su corazón azulado, estrellándose contra la pared de piedra.
            - ¡No seas ingenuo! Crees que tus dardos pueden hacerme alg…
            En ese momento quedó inmóvil, petrificado. Una chispa saltó dentro de su etéreo ser, y Romeo pudo ver cómo su corazón azulado tornaba al rojo vivo, y estallaba en llamas. El Guardián permaneció extático un par de segundos antes de consumirse en una llamarada que dejó la estancia llena de un  humo negro y maloliente.
            - Tiago, despierta –le sacudió por los hombros- ¡Abre los ojos!
            Los abrió. Una rendija primero, luego de par en par. Tras unos instantes de confusión, pareció recordar dónde se hallaba y qué pintaba allí.
            - El fantasma… ¿Qué…?
            - Digamos que fue devorado por las llamas de su fuego interior –sonrió por la paradoja. Si estás bien, hemos de seguir adelante. Ven, aquí también hay una pócima.
            Se acercaron a un rincón con una inscripción en la pared. Romeo repitió el proceso. En el hueco había dos pequeñas botellitas de aspecto poco atractivo.
            - Sorpréndeme –dijo Tiago-. Es matarratas.
            - Huele como si lo fuera, pero no te matará.
            - Porque no soy una rata. Además los venenos para ratas deben oler bien. Si no, no se los comerían ¿no?
            - Nunca lo había pensado. Supongo que estás en lo cierto. Esto es una especie de reconstituyente. Restablece la salud al instante. Bébetelo. Nos va a hacer falta.
            Romero destapó su frasco y se bebió el contenido de un trago, aparentando bastante esfuerzo. Tiago abrió el suyo y cercó la nariz.
            - ¡Joder! ¡Esto apesta!
            - Nadie te ha dicho que lo huelas primero. ¡Bebe!
            En medio de una sinfonía de arcadas, Tiago hizo lo que se le había dicho. Al momento se sintió lleno de energía.
            - ¡Es cierto! Me siento como si pudiera… volar.
            - No te hará falta tal cosa. Por cierto, antes de que entremos en la siguiente sala, te diré que esa puerta es la última –dijo, señalando el cuadrado luminiscente multicolor en la pared-. Si quieres volver, tendrás que correr muy rápido para volver hasta  aquí. Te recuerdo que se activa poniendo la palma de la mano encima.
            - Pero no vamos a volver ¿cierto? Vamos a destruir a la Bestia.
            - Siempre he pensado que eras un fantoche. Ahora estoy seguro. En fin, ya está dicho. Abramos la siguiente puerta.
****
            La siguiente sala se encontraba sumida en la penumbra. No se veía el fondo. Dieron unos pasos, indecisos.
            - Me asombráis –la voz no sonó físicamente, sino que retumbó dentro de sus cabezas-. No puedo creer que hayáis llegado hasta aquí, pequeños. Parece que al final sí que voy a tener un poco de diversión.
            - ¡Muéstrate! –la voz de Romeo sonó firme-. Deja que te veamos.
            - Como gustéis, sea.
            Las antorchas se prendieron fuego en sus soportes sobre las paredes, revelando un trono al fondo. Se encontraba de espaldas a los chicos, de modo que no podían ver quién lo ocupaba. Una figura de estatura desproporcionada se puso en pie, dando un pequeño rodeo para colocarse a la espalda del trono, de frente a los muchachos.
            - Pe-pero… tú… no eres…. –Romeo tartamudeó, incrédulo. Tiago ignoraba el motivo del asombro de su amigo.
            - No, querido, no lo soy. No soy el Guardián de la Tercera Puerta. He preferido venir a recibiros en persona.
            Entonces todo tuvo sentido de repente para Tiago.
            La criatura allí plantada parecía carecer de piel. Los músculos, los tendones, estaban a la vista. Su rostro helaba la sangre, por entre los afilados dientes algo se movía, intentando escapar. Los ojos, amarillos, desprendían una maldad infinita. Una par de retorcidos cuernos remataban la figura.
            Era la Bestia.

viernes, 11 de mayo de 2012

LA BESTIA (IX) + BATACAZO MÚLTIPLE

   BUENAS NOCHES
   ESTA SEMANA HAN FALLADO TRES CONCURSOS, TODOS ELLOS SIN RESULTADO. ESPECIALMENTE DOLOROSO HA SIDO UNOS DE ELLOS EN EL QUE TENÍA BASTANTES EXPECTATIVAS Y OTRO CON UN MICRORRELATO QUE LOS JUECES HAN TILDADO DE "PLANO" (=ABURRIDO), NADA EMOCIONANTE Y HAN DICHO QUE NO TRANSMITÍA NADA Y QUE LES HABÍA DEJADO FRÍOS. SE ME HAN QUITADO LAS GANAS DE VOLVER A ENTRAR EN ESA WEB, DONDE EL AMIGUISMO ESTÁ A LA ORDEN DEL DÍA. ES POSIBLE QUE ESTÉ DESPERDICIANDO MIS ESFUERZOS Y DEBIERA DIRIGIRLOS EN OTRA DIRECCIÓN. POR EJEMPLO, EN HACER PUNTO DE CRUZ.
   A CONTINUACIÓN OS CUELGO EL MICRO PARA QUE JUZGUÉIS POR VOSOTROS MISMOS.

LIBRE.
            Sonríe,  cierra los ojos. La brisa vespertina le acaricia y alborota su cabello. La sensación es maravillosa. Se siente como si flotara, ingrávido. Por fin siente que ha llegado su momento, ve la luz al final del camino. Se acabaron los problemas, la angustia, el dolor. Todo está donde siempre debió estar.
            La joven se abre camino a codazos entre el gentío arremolinado. Cuando consigue llegar a primera fila, se queda mirando fijamente durante unos segundos, antes de preguntar al hombre que está a su lado:
            - ¿Aún está vivo?
            - Ha saltado desde un quinto piso. ¿Tú qué crees?
   EN OTRO ORDEN DE COSAS, HE CONTACTADO CON EL EDITOR QUE TIENE MOLOBO, PERO ME HA DICHO QUE AÚN HAY QUE ESPERAR UNOS MESES MÁS. PACIENCIA...
   POR ÚLTIMO, AQUÍ TENÉIS UNO DE LOS ÚLTIMOS PEDACITOS DE "LA BESTIA", QUE YA ESTÁ LLEGANDO A SU FIN.
   HASTA PRONTO.
- Eso está por ver -Tiago se adelantó, enarbolando la espada. Romeo le contuvo, agarrándole por un hombro.
            - ¿Qué piensas hacer con una espada? Los espectros son seres incorpóreos. ¿Los vas a cortar en rodajas?
            Desalentado ante lo evidente, Tiago se desinfló por completo.
            - Pues tú dirás, para eso presumes de haber superado todos los niveles del juego.
            - Te repito que esto no existía en el juego. En vez de lamentarte, piensa algo para deshacernos de… esos.
            “Esos” permanecían inmóviles flotando al fondo de la estancia, hasta que el Guardián efectuó un leve movimiento con uno de sus huesudos dedos, lo cual fue suficiente para que sus esbirros se arrojaran sobre los chicos. Igual que sendas volutas de humos los entes desaparecieron de la vista. El Guardián, no obstante, permaneció en su lugar.
            - Si ese es vuestro deseo, os quedaréis aquí, junto a nosotros… para toda la eternidad.
            Tiago y Romeo se quedaron en el centro de la sala, espalda con espalda, esperando el ataque. Junto a Tiago se materializó una forma humana, y al volverse pudo distinguir su rostro cadavérico dentro de la capucha. El fantasma tendió una mano hacia él, y Tiago lanzó un golpe con su espada. En vano. La espada atravesó a la criatura sin producir ningún efecto. Con una risotada salvaje, se esfumó tal y como había aparecido.
            - No desperdicies fuerzas –dijo Romeo-, no servirá de nada. Y entonces sintió un dolor subir por el brazo hasta el hombro. Al bajar la vista, una mano esquelética había aferrado su muñeca. No estaba sujeta a un brazo, simplemente era una mano fantasma que le aferraba. Su carne empezó a tornarse de color púrpura primero, luego morado y finalmente la piel se agrietó y la carne fue cediendo, ennegreciéndose y consumiéndose. Sin poder hacer nada, Romeo gritaba, dolorido y desesperado.
            - ¡Haz algo! ¡Quítamela de encima!
            Tiago intentó pensar con rapidez, pero solo tenía su espada y su escudo. ¡El escudo! ¡Tenía que ser eso! Apresurándose, acercó el escudo a la mano que aferraba la muñeca de Romeo, y entonces se escuchó una especie de siseo, como cuando se sumerge un metal al rojo vivo en una cuba de agua. Un grito del más allá resonó en la mente de los muchachos y la mano desapareció. Una marca luminosa había quedado sobre el escudo.
            Romeo se frotaba el brazo, que poco a poco recuperaba una apariencia más normal.
            - ¡Eres un genio! ¿Cómo no se me había ocurrido? La magia del escudo puede acabar con ellos. No pueden sufrir daños físicos, pero sí son sensibles a los encantamientos.
            Uno a uno, aquellos seres fueron consumidos por el escudo de Tiago, hasta que sólo quedaron ellos dos. Y el Guardián.
            - Te toca, grandullón –exclamó  Tiago-. Ven acá –hizo un gesto con los dedos, indicando al señor de los espectros que se acercase.
            En lugar de eso, elevó una mano hacia adelante, dejando lo que en su momento había sido la palma hacia arriba. Una bola de luz empezó a formarse en el aire por encima de la mano.
            - ¡Estúpidos! -bramó el no vivo-. Mi poder es muy superior al de mis criaturas, y vosotros sólo sois un par de insignificantes criaturas mortales. Con un gesto impulsó la bola hacia adelante. Esta salió disparada contra el escudo de Tiago, con tal fuerza que le levantó del suelo y le arrojó contra la pared. El impacto fue tal que Tiago quedó tendido, inconsciente, con un hilo de sangre manando de su nariz.
            - Y ahora tú, pequeño insecto presuntuoso –y empezó a crear otra bola de  energía.
            Romeo tomó una flecha explosiva y decidió jugarse el todo por el todo. Tensó el arco y apuntó. No podía permitirse fallar. No esta vez.

viernes, 4 de mayo de 2012

LA BESTIA (VIII) + ULTIMAS NOTICIAS

   HOLA A TODOS:
   COMO CADA VIERNES, OS TRAIGO UNA NUEVA PIEZA HASTA COMPLETAR ESTE PEQUEÑO PUZZLE TITULADO "LA BESTIA". YA FALTA MENOS PARA EL FINAL.
   UNO DE LOS CONCURSOS DE LOS QUE OS HABLÉ LA SEMANA PASADA YA HA FALLADO... SIN ÉXITO. EL OTRO TIENE QUE ESTAR AL CAER. ESPERO IMPACIENTE MI HORA.
   QUE DISFRUTÉIS EL RELATO.

Una densa bruma ocupaba la siguiente sala. Olía a moho, envejecido por el paso de generaciones incontables.
            - ¿A qué nos hemos de enfrentar ahora?
            - Ni idea. En el juego esta sala no era así. Presta atención a cualquier detalle. Es lo mejor que se me ocurre.
            Avanzaron unos pasos, prácticamente a ciegas. Les pareció escuchar el lejano eco de voces, voces que llamaban desde muy lejos. A Tiago se le erizó el vello.
            - ¿Lo oyes?
            - Perfectamente. Suena como si alguien estuviera lamentándose. Rezuma tristeza –Romeo se adelantó unos pasos para intentar localizar la procedencia de las voces.
            Tiago notó un roce helado en la nuca. Apenas si percibió el escalofrío cuando un dolor agudo le hizo gritar. Se volvió, raudo, intentando alcanzar con su espada al enemigo. Apenas distinguió una sombra desvanecerse.
            - ¿Qué te ha pasado? –Romeo había vuelto a su lado.
            - ¡Me quema! ¡Es insoportable!
            - ¡Quieto! Déjame ver –con cuidado retiró el cuello del jubón de Tiago. Una extensa zona del cuello y los hombros aparecía despellejada, arrancada de su lugar natural-. ¿Quién o qué ha sido?
            - No he tenido tiempo de verlo. Me volví de inmediato, pero ya no había nada, y como no veo más de un metro por delante de mis narices…
            Romero permaneció pensativo unos instantes. Después sacó una flecha y apuntó hacia la puerta, que ya no estaba a la vista.
            - Tengo una idea. Aparta.
            Tensó el hilo del arco y soltó. Con un leve silbido, la flecha impactó contra la puerta y estalló en llamas. La bruma empezó a consumirse en el fuego, con una rapidez pasmosa.
            - Pero ¿cómo has sabido…?
            - No lo sabía. Sólo pensé que el gas que emanan los pantanos, y que se queda por encima del agua y del suelo en forma de bruma, posee un elevado contenido en metano. Y el metano, como casi todos los hidrocarburos, arde con facilidad. Sólo necesita una chispa y oxígeno. Para un día que estaba atento en clase… Se me ocurrió que, dadas las características del juego, podría tratarse de ese tipo de bruma. Como ves, no andaba descaminado.
            En un par de minutos, la sala quedó despejada. No del todo. Al fondo de la estancia, como colgados de invisibles perchas, los dos pudieron ver unas formas humanas flotando en el aire. Dada la escasa iluminación, no apreciaron los detalles hasta acercarse un poco más.
            - Son espectros –sentenció Romeo-. Y ése es el mandamás –con un dedo, señaló uno de los entes, más grande que los otros, que estaba situado en el centro.
            La apariencia de los espectros era traslúcida. Sus rostros no estaban a la vista,  pues estaban ataviados con túnicas con capucha. En su pecho se apreciaba un resplandor azulado, como un corazón latiendo en aquellos seres no vivos.
            El de mayor tamaño avanzó, flotando en el aire. Una voz cavernosa se elevó. Daba la sensación de provenir de las paredes, del techo del suelo. Retumbó dentro de la mente de los chicos.
            - Soy el guardián de la Segunda Puerta. No podéis pasar de aquí.