viernes, 31 de mayo de 2013

JACK VUELVE XXVI Y ¡RECORDATORIO DE CAMBIOS EN EL BLOG!

   BUENOS VIERNES

   ANTES DE ENTRAR CON LO NUESTRO, OS RECUERDO QUE A PARTIR DEL MES DE JULIO LA DIRECCIÓN WEB DE ESTE BLOG CAMBIARÁ (YA OS DIRÉ LA NUEVA CUANDO SE ACERQUE LA FECHA) PARA ADAPTARLA AL CONTENIDO DEL MISMO.
 
   SIN MÁS NOVEDADES, OS DEJO CON "JACK VUELVE". EL PELIGRO ACECHA A NUESTROS PERSONAJES ESTASEMANA. ¿QUIÉN DE ELLOS CAERÁ BAJO LAS GARRAS DE LA OSCURIDAD?

   HASTA PRONTO


Un viento helado había llegado sin avisar y Constance se acurrucó bajo su chal. Las calles se quedaron desiertas en pocos minutos, mientras la pareja caminaba hacía la casa de Constance. Durante el tiempo que habían permanecido en comisaría, la noche se había cerrado y los faroles iluminaban solo las zonas cercanas a ellos, dejando a oscuras el resto.

            —¿Dices que viste a Alfred en comisaría? —Constance castañeteaba los dientes al hablar. Percy se quitó la chaqueta y le cubrió los hombros, a pesar de que él se quedó congelado en menos de un minuto— No entiendo qué podía estar haciendo allí.

            —Lo más curioso es que él también se sorprendió al verme a mí. Y además no iba de paisano ¿sabes? Llevaba uniforme de policía. Discutía con un superior dentro del despacho, tú no te diste cuenta porque estabas “ocupada” con ese sargento —el retintín con el que enfatizó la palabra “ocupada” hizo que Constance enarcara las cejas.

            —¿Te molesta que hable con el sargento Pileggi? Es un policía encantador, tan amable… le juzgué mal cuando le vi en casa de Faith.

            —¿Le conoces? No lo sabía.

            —Decir que le conozco es mucho decir. Nos cruzamos en casa de Faith hace unos meses. Fue bastante antipático en aquella oportunidad, la verdad.

            —¿Y qué hacía un sargento de policía en casa de un noble como Sir Richard?

            —¿No te lo había contado? Fue antes de que empezásemos a intimar… Bueno, pues aquella vez se presentó allí para interrogar a Faith sobre las circunstancias que rodearon al asesinato que ella presenció.

            —No sabía que Faith hubiera presenciado un asesinato —Percy se quedó estupefacto ante la revelación.

            —Oh, sí —Constance lo relataba como si estuviera explicando su última visita a la costurera para que arreglase un vestido—. Ocurrió en el mismo callejón donde tú y yo… ahora que lo pienso, es una coincidencia realmente extraña que Alfred estuviera vestido de policía y apareciera de repente y… —las piezas iban encajando en la mente de Constance.

            Había un detalle que había quedado prendido en el aire. Percy no podía quitárselo de la mente.

            —¿Y a quién mataron?

            —Fue un asunto horrible. El asesino se ensañó con aquella muchacha. Y Faith llegó justo a tiempo para encontrarse con… con… con aquella escena. Por si fuera poco, conocía a la víctima. Era una doncella suya. Se llamaba Daisy.

            Percy se quedó blanco como el papel. A pesar de la escasa iluminación, Constance se dio cuenta de eso y de la expresión que atravesó el semblante de él.

            —Eso he dicho. ¿La conocías?

            Él comenzó a tartamudear.

            —¿Conocerla? No… bueno, es decir…

            Más piezas fueron a parar a su lugar. El nudo se iba deshaciendo por momentos.

            —¡Percy! No me irás a decir que tú… quiero decir, que hubieras tenido algo con… —no hizo falta una respuesta, la verdad estaba escrita sobre aquel rostro contrito— ¡Oh, Dios mío! ¡No puedo creerlo! ¡Tú, con una vulgar sirvienta!

            —Escucha Constance, no es lo que estás pensando…

            —¿Por quién me has tomado? ¿En qué pensabas cuando aceptaste en matrimonio? ¿Creías que me resignaría a ser tu concubina, a callar y soportar todas tus felonías? —Constance comenzó a gritar, al tiempo que las lágrimas rodaban por su mejillas— ¡Qué estúpida he sido!

            —No digas eso, Connie. No es cierto. Yo te quiero y no pensaba…

            —¿Me quieres, dices? No eres más que sucio patán. ¡No quiero volver a saber nada más de ti! Volveré a casa sola. ¡No necesito que me acompañes! ¡Vuelve con tus fulanas!

            Cuando ella se giró para irse, Percy le agarró una muñeca.

            —Escucha, cariño, no puedes ir sola, es peligroso a estas horas para una muchacha andar por la calle.

            Constance miraba la muñeca por la que la tenía asida.

            —¡Suéltame, Percy! ¡Ahora mismo!

            —Escucha, Connie, cariño…

            Una sonora bofetada no le dejó terminar la frase. La mejilla comenzó a arderle de inmediato. La soltó.

            —No vuelvas a llamarme cariño. Ni ninguna otra cosa. No quiero volver a verte en mi vida —y se alejó a paso vivo, furiosa.

            Constance no sabía que sus últimas palabras iban a cumplirse al pie de la letra. Mientras avanzaba con los ojos anegados en lágrimas, no reparó en la sombra que la seguía furtivamente.

viernes, 24 de mayo de 2013

JACK VUELVE XXV (¡ATENCIÓN! REFORMAS EN EL BLOG)

   BUENOS VIERNES
   ADEMÁS DEL SEMPITERNO TROCITO DE "JACK..." ESTA SEMANA TENGO QUE DECIR UN PAR DE COSAS.
   LA PRIMERA, MIRAD POR FAVOR LA CABECERA DEL BLOG. UN UN MES VOY A CAMBIAR LA DIRECCIÓN URL DEL MISMO, DE MANERA QUE HABRÁ QUE BUSCARLO CON OTRA DIRECCIÓN WEB. CUANDO SE ACERQUE LA FECHA YA OS DIRÉ CUAL ES LA NUEVA. ESTE AVISO AFECTA ESPECIALMENTE A LAS PERSONAS QUE NO ESTÁN EN MI LISTA DE CORREO Y A LAS QUE TIENEN EL BLOG PEGADO A FAVORITOS EN SU DISPOSITIVO, YA SEA EL ORDENADOR, LA TABLET O EL MÓVIL
   LA SEGUNDA, DEBAJO DE LA ENTRADA DE HOY TENÉIS LA RESEÑA DE LA QUE OS HABLÉ HACE UNAS SEMANAS. ES CORTA, ECHADLE UN VISTAZO.
   YA OS DEJO CON JACK, QUE ESTA SEMANA VUELVE A HACER DE LAS SUYAS.
   HASTA PRONTO.
 
Mientras Percy y Constance terminaban de prestar declaración en la comisaría, Faith descansaba en su alcoba. Esa noche se había retirado pronto a dormir, no se sentía bien. Su padre le había dirigido una mirada velada por una sombra de preocupación y la había preguntado si estaba enferma para llamar al doctor. «No, no, no hay nada de qué preocuparse», había respondido ella con presteza «cosas de mujeres». Sir Richard parecía haber encontrado razonable la explicación y, tras besar a su hija en la frente y darle las buenas noches, se dirigió a la sala de lectura para reposar un buen rato frente a la chimenea leyendo unos de esos libros de historia que tanto gustaba de leer. Desde que Faith era una niña siempre había sido así, noche tras noche. Su padre era un hombre de ideas fijas, pensaba mientras ascendía las escaleras que conducían a la parte de arriba, donde se hallaban los dormitorios.
            Solo que no eran males de mujeres los que afectaban a Faith aquella noche. Llevaba todo el día desazonada. No le dolía nada en concreto ni se sentía mareada. Su malestar no tenía ninguna raíz fisiológica. Era algo tan sencillo y a la vez tan complicado como que desde que se levantase por la mañana le había perseguido la sensación de que algo turbio y amenazador flotaba en el ambiente. «Todo está en tu mente», se había repetido una y otra vez «no ocurre nada malo «se trata solo de la llegada del otoño y de la apatía que produce en las personas. Pero la inquietud persistía hora tras hora y cuando había llegado la hora de cenar no había podido probar bocado, tenía los nervios pellizcándole en el estómago.
            Apenas si había colocado la cabeza sobre la almohada cuando se quedó dormida. No era tarde aún, las calles bullían de actividad y mientras ella se rebullía incómoda en su lecho sus amigos aún no habían dejado la comisaria. De hecho, mientras Percy se quedaba boquiabierto ante la presencia de Alfred vestido de uniforme, las cortinas del cuarto de Faith empezaron a agitarse con una suave brisa otoñal que se había levantado.
            “Despierta, querida”
            Entre sueños, la voz resonó potente y áspera en la cabeza de Faith. No quería despertarse. Su inconsciente, a sabiendas de lo que le esperaba, se aferraba a la protectora comodidad del sopor.
            “Aquí estoy de nuevo. He vuelto. ¿Me echabas de menos?”
            Esta vez una sonora carajada acompañó a las palabras. La desagradable risa quedó prendida en el aire, como si el viento que entraba por la ventana se negase a soportar tan pesada carga.
            Faith sintió un soplo helado en la nuca. Eso la obligó a abrir los ojos, de mala gana. Aún soñolienta, se preguntó qué era lo que la había sacado de su reparador sueño. Contempló unos instantes el movimiento ondulante de las cortinas, aguzando el oído, pendiente de cualquier sonido. Ya se había convencido de que todo había sido una simple pesadilla cuando algo se movió entre la sombras, en la parte más alejada de la habitación. Era él.
            El hombre se acercó unos pasos hacia la cama y hacia Faith. Ella ahogó un grito de terror. Su corazón se disparó en su pecho.
—¿Cómo has…? —pero la pregunta no llegó a salir de sus labios. La ventana abierta.
A la luz de la luna, el rostro del hombre lucía un aspecto fantasmagórico. La cicatriz que cruzaba su rostro le confería un aspecto siniestro y Faith supo que estaba acorralada. Si quería salir de esta, tenía que ser más rápida y más lista que su contrincante. Respiró hondo e intentó tranquilizarse.

miércoles, 22 de mayo de 2013

RESEÑA DE "THE JAMMERS"


Esta es una reseña dirigida a lectores como tú. Sí, tú.

Si buscas aventuras, te gusta la ciencia ficción, las historias de  superhéroes que luchan con súper villanos, y además de vez en cuando echas de menos aquellas canciones tu juventud, no hay duda, The Jammers te encantará.

Estamos ante una novela cuyos protagonistas, un grupo de músicos alternativos, sufren un accidente, quizás más intencionado que fortuito, y consiguen unos poderes de naturaleza electromagnética que tendrán que usar para luchar contra Desdémona, la malvada de la historia. Todo ello en un ambiente de ciencia ficción (tan bien descrito que uno puede respirarlo) con numerosas referencias musicales directamente extraídas de los años 80 y en el más puro estilo de los cómics Marvel.

Escrita con una prosa ligera que hace fácil y digerible su lectura. A través de los capítulos iremos descubriendo el oscuro y enigmático pasado de los protagonistas (los buenos y los malos) mientras nos deleitamos con un mundo futurista del que quizás no estemos tan lejos.

El autor, Magnus Dagon, es un artista polifacético que no solo destaca en el terreno de la literatura, con varios libros editados en su haber, son también en otros campos como la música y el vídeoclip, a través de un grupo de nombre Balamb Garden.

En el siguiente enlace podrá leer online los capítulos de esta apasionante y entretenida novela, pero si realmente te gusta compra el libro, la continuidad de los que crean (creamos) historias va unida a la proyección de sus obras entre el público. ¡No te arrepentirás de unir este libro a tu biblioteca particular!

¡No permitas que la cultura se extinga!

Si tienes interés en leer gratuitamente los capítulos online o comprar el libro en papel, puedes hacerlo en la dirección

viernes, 17 de mayo de 2013

JACK VUELVE XXIV

   HOLA A TODOS
   DESPUÉS UNA SEMANA DE REPOSO LITERARIO (MÁS BIEN HE ESTADO PENDIENTE DE OTRAS OCUPACIONES, LA PELA ES LA PELA), AQUÍ OSTRAIGO UN POCO MÁS DE ESTA NOVELA CORTA (QUE YA LO ES) QUE SE PROLONGA UNA SEMANA TRAS OTRA.
   LA SEMANA PASADA LO DEJAMOS EN UN INESPERADO ENCUENTRO QUE DEJA AL DESCUBIERTO LA ESTRATEGIA DE ALFRED ¿QUÉ PASARÁ? NO TE QUEDES SIN SABERLO...
   OS DEJO CON ALFRED, PERCY Y EL RESTO.
   HASTA PRONTO
 
Constance charlaba animadamente con el sargento Pileggi. La noche le había sentado bien y si veinticuatro horas antes tenía el mismo aspecto que le hubiera pasado un huracán por encima, ahora se la veía resplandeciente y fresca. Percy había perdido el interés en la declaración. Estaba aburrido de repetir una y otra vez las mismas cosas. Ya había explicado lo ocurrido de tres o cuatro maneras distintas, y al final tampoco era gran cosa lo que había que explicar, según lo veía él. Un callejón oscuro, un mendigo borracho… pero aquel policía insistía en preguntarles por qué motivo habían entrado allí, qué les había dicho aquel vagabundo maloliente con palabras exactas, como si uno se pudiera acordar, cómo era posible que la sombrilla hubiera podido ir a parar allí…
Apartó el rostro para bostezar disimuladamente y se fijó en las mesas cercanas para luchar contra el tedio que le invadía. En ese momento una especia de algazara se produjo en un despacho situado no muy lejos de donde ellos se hallaban. Dentro de las paredes acristaladas del pequeño despacho había dos hombres discutiendo acaloradamente. Uno de ellos se encontraba de espaldas a Percy, y aunque este supo explicar por qué aquel tipo le resultaba familiar. El otro, que parecía el superior porque llevaba la voz cantante, estaba tan rojo que parecía que iba a reventar en cualquier momento.
El sujeto que estaba de espaldas gesticulaba con gran vehemencia ambos gritaban y las voces se oían desde fuera del despacho, pero Percy no podía entender lo que decían. En un momento dado, el que parecía el subordinado hizo un gesto extraño, como si arrojara algo al suelo y se giró con violencia para salir por la puerta del despacho como un vendaval. Solo que no llegó a salir. Sus ojos se cruzaron con los de Percy en una singular batalla entre el asombro y la estupefacción. Una O se dibujo en la boca de aquel hombre al mismo tiempo que lo hacía en la de Percy. No podía creerlo. Alfred. ¿Qué diantre estaría haciendo allí vestido de policía?
Percy se giró solo un breve instante para rozar el codo de Constance y llamar su atención sobre tan singular circunstancia, pero ella reía despreocupada ante una observación que había hecho el sargento.
—Constance, mira esto…
—¡Un momento Percy, estoy hablando con el sargento! Ahora mismo te hago caso, no es de buena educación interrumpir las conversaciones ajenas.
—Pero Constance, no te lo vas creer…
Ella se giró, airada.
—¿Se puede saber qué mosca te ha picado? ¿Qué es eso tan importante que no puede esperar a que termine de hablar con el sargento?
—No te vas a creer quién está aquí ahora mismo. ¡Y vestido de uniforme! ¡Mira!
Constance dirigió la vista hacia donde el dedo de Percy señalaba, agitado. Al momento se volvió, con expresión molesta.
—Ya he mirado. ¿Qué es eso tan extraordinario, si puede saberse? —su voz sonaba indignada, aunque trataba de contenerse.
Percy miró hacia el despacho. La puerta estaba abierta. Alfred había desparecido.

viernes, 10 de mayo de 2013

JACK VUELVE XXIII Y ¡¡DOBLE SELECCIÓN!!

   HOLA TODOS Y BUENOS VIERNES...
   ESTA SEMANA, APARTE DE NUESTRA HABITUAL CITA CON JACK, VENGO CARGADO DE BUENAS NOTICIAS.
   EN PRIMER LUGAR, AUNQUE LO PODEIS LEER DEBAJO DE ESTA ENTRADA, PUES HICE UN COMENTARIO ESPECIAL EL OTRO DÍA, ESTÁ LA SELECCIÓN DE UN CUENTO INFANTIL QUE ESCRIBÍ PARA UN LIBRO SOLIDARIO DE CUENTOS E ILUSTRACIONES CUYOS BENEFICIOS IRÁN A PARA A LA FUNDACIÓN LUIS OLIVARES, QUE TRABAJA FAVOR DE LAS FAMILIAS CON NIÑOS AFECTADO POR LA LEUCEMIA. TODO UN HONOR PARA MÍ Y UNA ALGERÍA EL PODER PARTICIPAR EN ALGO TAN ESPECIAL Y ÚNICO. CUANDO EL LIBRO SALGA (SE VENDERÁ A TRAVÉS DE AMAZON) YA OS AVISARÉ. NUNCA PIDO QUE COMPRÉIS LOS LIBROS DE LOS QUE HABLO, PERO EN ESTA OCASIÓN MERECE LA PENA. OS DEJO EL ENLACE PARA QUE PODAIS LEER ACERCA DE ESTA INICIATIVA Y DE LAS ACTIVIDADES DE LA FUNDACIÓN, SUS OBJETIVOS, ETC.
 
 
   EN SEGUNDO LUGAR, TAMBIÉN HAN SELECCIONADO OTRO RELATO MÍO PARA FORMAR PARTE DE UN LIBRO DE TEMÁTICA STEAMPUNK FANTÁSTICO. LO EDITARÁ UN COLECTIVO LLAMADO PLANES B, QUE SE DEDICAN A LA PROMOCIÓN DE AUTORES NOVELES DENTRO DEL TEMA MENCIONADO, EL STEAMPUNK. SE TRTATA EN ESTE CASO DE LIBROS QUE SE VENDEN A UN PRECIO MUY ECONÓMICO EN PAPEL Y SE PUEDEN DESCARGAR GRATIS DESDE LA PLATAFORMA BUBOK EN FORMATO PDF. TAMBIÉN OS AVISARÉ CUANDO ESTÉ LISTO. OS DEJO EL ENLACE PARA QUE PODÁIS LEER ACERCA DE TODO EL ASUNTO Y ADEMÁS SI QUERÉIS DESCARGAR LOS VOLÚMENES ANTERIORES ¡ES GRATIS!
 
 
   RESUMIENDO, ESTA SEMANA HA SIDO IRREPETIBLE, ASÍ QUE VOY A SABOREAR ESTA SENSACIÓN TODO LO QUE PUEDA, QUE LUEGO CUANDO VIENEN LOS MALOS TIEMPOS CUESTA TRABAJO NO PERDER EL NORTE.
 
   OS DEJO CON ALFRED, QUE ESTA SEMANA SE VA A LLEVAR UNA SORPRESILLA...
 
   TA PRONTO.
 
—Me cuesta creer que alguien con su perspicacia se dejase engañar con truco tan barato, Hedges. Me ha decepcionado usted, agente. Había recibido unas referencias inmejorables acerca de sus capacidades, pero ahora no lo veo tan claro.
            Ambos se hallaban en la comisaría, en el despacho del inspector Higgs. Se trataba de un pequeño cuarto acristalado con vistas a todas las mesas de la comisaría. El inspector ni siquiera se había molestado en bajar las persianas. Le estaba echando un buen rapapolvo a Alfred, y pretendía que sirviera de escarmiento y de advertencia para todos los demás. El mensaje estaba claro: «Aquí mando yo y que nadie se atreva a llevarme la contraria». Era la tarde siguiente al fiasco sufrido con el jardinero de Faith.
            La tarde siguiente a la terrible experiencia sufrida por Percy y Constance con aquel mendigo. 
            —No fue un engaño, inspector Higgs. Aquel hombre estaba sacando los restos de la poda del jardín, y la forma del saco era sospechosa. Es normal que me dejara guiar por las apariencias.
            El inspector Higgs estaba descargando la tensión que recibía por parte de sus superiores acerca de aquel caso que le traía de cabeza y que no avanzaba en ninguna dirección sobre el agente Alfred Hedges. Este aguantaba el temporal cabizbajo ante su superior. Se daba perfecta cuenta de que el inspector estaba aprovechando su desliz para ensañarse, pues estaba en contra de aquella investigación. El sargento Pileggi así se lo había confirmado.
            —No intente justificarse, Hedges. Cualquier agente del cuerpo se hubiera cerciorado antes de lanzarse a seguir una pista falsa. Ese modo de proceder es sumamente incauto y no le llevará a buen fin
            —Pero inspector, si me permite…
            —¡Por supuesto que no le permito! ¡Ni tampoco que intente justificar lo que no tiene justificación, agente! ¡No debí permitir que Pileggi me enredase con sus absurdas ideas! Esto es lo que ocurre por confiar en personas incompetentes. Lleva usted semanas ¡qué digo! ¡Meses! vigilando de cerca a esa mujer y no ha conseguido ni siquiera un mínimo avance ¿me equivoco?
            —Bueno, en realidad, he podido constatar que no hay nada sospechoso en ella. Se trata de una mujer con un fuerte carácter, pero yo no diría que en absoluto se trate de una asesina…
            El inspector se puso colorado hasta la raíz del pelo. Con solo mirarle, cualquiera hubiera jurado que estaba a punto de estallar. Literalmente, como un odre demasiado lleno.
            —Pero ¿usted se escucha? Parece un niño pequeño balbuceando tonterías. ¿Con qué parte del cuerpo piensa usted, agente? ¿Es que no se da cuenta de que babea por esa mujer? ¿Acaso le ha engatusado para desviar las sospechas de sí misma? Cualquier idiota se daría cuenta y no se dejaría atrapar en una trampa tan obvia.
            Alfred sintió que algo se había quebrado en su interior. El inspector acababa de traspasar la línea que marca el límite de lo tolerable. Una cosa era una reprimenda ante un error profesional, y él tampoco consideraba haberlo cometido, y otra muy diferente era la sarta de descalificaciones e injurias que estaba escuchando y que se iba recrudeciendo a medida que el inspector se iba calentando sin encontrar oposición. Si le permitía seguir por ese camino, antes de salir de aquel despacho estaría acabado como policía y humillado como persona hasta un punto insoportable. Era ahora o nunca.
            —Un momento, inspector. Con el debido respeto, creo que se está usted excediendo. Ni yo he cometido una falta a mi profesionalidad que justifique toda esta retahíla de acusaciones por su parte ni tampoco hay motivo para que usted levante calumnias sobre personas que no están delante para defenderse. Como buen policía que soy y como persona, le exijo que se disculpe por los insultos proferidos contra mi persona. No estamos hablando de capacidad policiaca, ya ha entrado usted en el terreno de lo personal.
            El inspector Higgs enmudeció ante la verborrea de Alfred. Solo durante unos segundos. Indignado ante aquella insubordinación descarada, dejó escapar toda su ira.
            —¡ME EXIGE!¡USTD ME EXIGE A MÍ! ¿Pero quién diantre se ha creído que es? ¡Usted no tiene autoridad ni moral ni profesional para exigirme nada, mequetrefe!¡Le abriré un expediente por insubordinación!¡Acabaré con su carrera dentro del cuerpo!
            Alfred sacó su placa del bolsillo de su chaqueta y la arrojó al suelo a los pies de Higgs.
            —No es necesario, inspector. Con personas de tan poca inteligencia como usted, estoy de sobra aquí. ¡Dimito ahora mismo! —y giró sobre sus talones dispuesto a salir de aquel despacho dando un buen portazo.
            Pero su mano se detuvo en el pomo de la puerta. Afuera, sentados frete a la mesa del sargento Pileggi, se encontraban Constance y Percy.
Percy le miraba fijamente con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

miércoles, 8 de mayo de 2013

MENSAJEROS DE OZ Y SU PROYECTO

   HOLA A TODOS
   AUNQUE HOY NO TOCA PUBLICACIÓN SEMANAL, AQUÍ ESTAMOS PARA HACER UN ANUNCIO ESPECIAL: UNO DE MIS RELATOS, UN CUENTO INFANTIL EN ESTA OCASIÓN, HA SIDO SELECCIONADO PARA FORMAR PARTE DE UN LIBRO DE CUENTOS ILUSTRADOS PARA RECAUDAR FONDOS A FAVOR DE LA FUNDACIÓN LUIS OLIVARES. ESTA FUNDACIÓN EMPLEA LOS FONDOS PARA APOYAR A LAS FAMILIAS CON NIÑOS QUE PADECEN LEUCEMIA.
   COMO PODEIS IMAGINAR, LA ALEGRÍA EN ESTE CASO HA SIDO DOBLE. POR UN LADO LA SATISFACCIÓN DE VER MI CUENTO ELEGIDO ENTRE UN MONTÓN, Y POR OTRA LA ALEGRÍA DE PODER PARTICIPAR EN UN PROYECTO DE ESTAS CARACTERÍSTICAS.
   A LA DERECHA TENÉIS UNA IMAGEN DE MENSAJEROS DE OZ. PINCHAD ENCIMA Y ALLÍ PODREIS VER TODA LA INFORMACIÓN A CERCA DEL PROYECTO MENSAJEROS DE OZ Y DE LA FUNDACIÓN LUIS OLIVARES, LAS ACTIVIDADES QUE REALIZAN, ETC.
   ECHADLE UN OJO ¡MERECE LA PENA!
   HASTA PRONTO...

viernes, 3 de mayo de 2013

JACK VUELVE XXII Y UNA CURIOSIDAD

   HOLA, ESTIMADOS LECTORES!!!
   ESTA SEMANA LAS HISTORIA DE "JACK VUELVE" SE EMPIEZA A ENMARAÑAR (PROMETO MÁS LÍO EN LAS SIGUIENTES ENTREGAS, JEJEJE), LOS PERSONAJES VAN A COMENZAR A METERSE EN CAMISA DE ONCE VARAS Y LUEGO... A VER CÓMO SALEN DEL BRETE.
   ANTES DE DEJAROS CON FAITH Y EL RESTO, QUISIERA DECIROS QUE PRÓXIMAMENTE PUBLICARÉ AQUÍ EN EL BLOG UNA RESEÑA, ALGO QUE NO HABÍA HECHO NUNCA. SE TRATA DEL COMENTARIO DE UN LIBRO, Y LO HARÉ DENTRO DE UN CONCURSO DE RESEÑAS CUYO PLAZO SE AGOTA EL 31 DE MAYO. NO OS LO PERDÁIS...
   Y AHORA, AQUÍ OS QUEDÁIS CON UN EPISOCIO MÁS DE ESTA HISTORIA QUE CADA VEZ SE ACERCA MENOS A SU FINAL...
 
Alfred Hedges había vuelto sobre sus pasos tras despedirse de sus tres nuevas “amistades”. Por delante tenía otra noche de trabajo. A eso se había dedicado las últimas semanas: a la vigilancia nocturna. Apostado entre las sombras permanecía oculto mientras su mirada escrutadora no se apartaba de la entrada del jardín de los Thornton. La verdad es que no había habido mucho movimiento en las semanas que llevaba allí vigilando. Aparte de la servidumbre que se marchaba a su casa cuando terminaban su jornada, en aquella casa no se recibían visitas pasada cierta hora de la tarde ni tampoco había advertido ningún movimiento sospechoso ni nadie que anduviera merodeando por los alrededores.
Se subió las solapas de la chaqueta para protegerse del incipiente fresco otoñal. Atrás quedaba ya el calor veraniego y a Alfred se le antojaba que cuando el frío comenzase a arreciar sus noches se harían eternas y duras. Cambió el sombrero por una gorra para pasar desapercibido de miradas inoportunas y se la caló para ocultar su rostro de los viandantes que se iban haciendo más escasos a medida que la noche avanzaba.
 Se trataba de un cometido penoso y aburrido, pero se hacía necesario si quería probar que aquella mujer tenía algo que ver con el asesinato que había tenido lugar unas calles más abajo a principios del verano. La policía había perdido completamente todas las pistas y se encontraba en un punto muerto de la investigación. Pero él era un hombre de los que no se rinden a las primeras de cambio y se le había metido entre ceja y ceja resolver aquel misterio. Con el paso de las semanas, la insistencia del inspector Higgs sobre el caso en cuestión se había diluido. A fin de cuentas, se trataba del asesinato de una simple sirvienta, y no se había repetido con el tiempo.
Pero a Alfred le parecía que había algo en todo ello que le inquietaba, como el detalle de la desaparición del corazón y el hígado de la víctima. Higgs afirmaba que probablemente se trataba de un crimen pasional. Quizás la muchacha se había liado con alguien de clase social superior a ella, o quizás con un hombre casado, y cuando él se había aburrido de ella es posible que ella  le hubiera extorsionado o amenazado de algún modo y al final todo había acabado de la peor manera. «Si es así», había aseverado Higgs, «podemos despedirnos de encontrar al asesino».  Pero Alfred seguía en sus trece, a él no le parecía nada pasional semejante carnicería. A su modo de ver, detrás de aquel crimen se hallaba una personalidad profundamente psicopática, y si estaba en lo cierto el asesino volvería a las andadas tarde o temprano. Tampoco le encontraba sentido al hecho de que Faith estuviera presente en el escenario del crimen y hubiera salido indemne de semejante trance. ¿Por qué el asesino la había dejado con vida? Es más ¿por qué ella afirmaba no recordar nada de lo acontecido esa noche?
Las circunstancias le seguían pareciendo de lo más sospechosas, y si seguía en el caso era gracias al apoyo del sargento Pileggi, que compartía sus mismas inquietudes al respecto, pero la falta de evidencias le restaba cada día más posibilidades de seguir al pie del cañón. «No podemos permitirnos tener un agente apostado ahí de por vida» le había dicho Higgs con un mal humor que evidenciaba que estaba recibiendo presiones desde arriba para archivar el caso.
Para colmo de males, después de conocer a Faith de una manera más o menos cercana, si bien tampoco habían intimado en exceso, Alfred sentía que sus sospechas perdían peso cada día un poco más. No le parecía que ella se aproximase al perfil de un asesino sangriento y despiadado. A pesar de lo innegable de su fuerte personalidad y de su indomable carácter, Faith era una joven encantadora y una dama de indiscutible categoría, por más que se empeñase en comportarse como “una más”, según su propia definición. A Alfred le costaba creerlo, pero no podía negarse a sí mismo que ella le estaba empezando a gustar. «No solo como persona», pensaba mientras se arrebujaba en su chaqueta.
En aquel momento Bastian, el jardinero, salía por la puerta de la verja. Alfred sintió cómo sus músculos se tensaban. No por la presencia de aquel hombre, al que conocía de vista, sino por lo que llevaba en las manos. El instinto de sabueso de Alfred se espabiló de repente cuando vio que Bastian empujaba un carretón sobre el que reposaba un enorme saco. El saco era alargado y abultado, del tamaño exacto de… una persona. Cuando Bastian depositó los agarraderos en el suelo para cerrar la puerta de la verja, el fardo se bamboleó ligeramente hasta el borde, a punto de caer al suelo. El jardinero se apresuró a empujarlo de nuevo al centro de la carretilla y, mirando a ambos lados de la calle, comenzó a tirar del carro en dirección opuesta al lugar donde Alfred se hallaba. «Esto no puedo perdérmelo», pensó Alfred mientras se disponía a seguir a aquel hombre con esa carga tan sospechosa.