HOLA A TODOS
YA ES UN HECHO, HEMOS SOBREPASADO LAS 6000 VISITAS EN EL BLOG. ES MUY POCO COMPARADO CON OTROS MUCHOS BLOGS LITERARIOS QUE ANDAN POR AHÍ, PERO PARA MÍ ES UN ORGULLO Y UN HONOR QUE SEA GRACIAS A VOSOTROS, A LOS QUE ESTÁIS REGISTRADOS COMO SEGUIDORES Y A LOS QUE NO LO ESTÁIS PERO SEGUÍS MIS HISTORIAS SEMANA TRAS SEMANA. VOSOTROS SOIS EL ÚNICO MOTIVO QUE SUSTENTA ESTA INICIATIVA QUE NACIÓ HACE ALGO MÁS DE DOS AÑOS. POR AQUÍ HAN PASADO YA UNA BUENA TANDA DE RELATOS A TROCITOS, MIS AVENTURAS Y DESVENTURAS, Y SIEMPRE ME HE SENTIDO ARROPADO POR VOSOTROS, OS AGRADEZCO DE CORAZÓN QUE SIEMPRE ESTÉIS AHÍ PARA DARME UNA PATADA EN EL CULO CUANDO LA MEREZCO. AHORA ¡¡¡A POR LAS 10.000!!!
MUCHÍSIMAS GRACIAS DE NUEVO. OS DEJO CON LORRAINE Y SUS FANTASMAS DOMÉSTICOS.
HASTA PRONTO
Por
la puerta abierta penetró un pequeño remolino de viento que arrastró unas hojas
desde el jardín trasero. En el exterior se apreciaba un vendaval que también
pertenecía al otro mundo, la noche era tranquila cuando Lorraine se había
levantado de la cama. Una forma humana tambaleante se materializó en el umbral,
enmarcada por el contorno de la puerta. La sombra dio un par de pasos y dejó de
serlo.
Lorraine
tuvo que taparse la boca para reprimir un grito. ¡Era él! ¡El hombre del cuarto
de baño! La madre de Sarah se puso en pie de un modo tan brusco que la silla
donde se había sentado cayó hacia atrás. El horror retorcía su rostro de una
forma extraña, como petrificado en medio de una mueca grotesca igual que una
máscara de cera.
—¡Michael,
Dios mío! —fue lo único que acertó a decir. Tampoco tuvo tiempo de mucho más.
Lorraine
comprendió. Aquel hombre era el padre de Sarah. Los tres vivían en la casa
antes de que ella y su madre llegaran allí, tal vez mucho tiempo antes, llevaban
unas ropas que a la niña le resultaron diferentes, en cierto modo le recordaban
a las de alguna serie antigua que había visto por televisión. Michael se detuvo
en seco tras recorrer apenas un metro. La sangre manaba con profusión por su
rostro desencajado, no miraba a su mujer y a su hija, con seguridad ni siquiera
las veía. La sangre provenía de lo alto de su cabeza, la misma cabeza deformada
por el terrible golpe que Lorraine había contemplado esa misma tarde en el
cuarto de baño, antes de la merienda. Permaneció un segundo inmóvil y se
desplomó sobre el linóleo de la cocina.
La
madre de Sarah gritó, un grito agudo y desgarrador que hizo que Lorraine se
cubriera los oídos. Antes de que nadie pudiera reaccionar entró ella, Tajima,
con un bate de béisbol en la mano y una expresión de odio salvaje como la niña
nunca había visto. También estaba cubierta de salpicones de sangre, la sangre
de Michael, sin duda. A Lorraine le pareció igual de anciana que la Tajima que
ella recordaba, y a la que no había vuelto a ver desde aquella mañana de sábado.
Mientras
un charco de color rojo oscuro se iba extendiendo alrededor de Michael, la
madre de Sarah salió de su estado de catarsis y reaccionó. Quizás fue para
proteger a su hijita del indiscutible peligro, quizás se trataba simplemente
del instinto de auto conservación. Lo cierto es que en décimas de segundo se
puso en pie, abrió el cajón superior del mueble que se encontraba a sus
espaldas y extrajo de él un enorme cuchillo, Lorraine nunca había visto uno tan
grande, su madre y ella no tenían en la cocina algo tan espantoso.
La
madre de Sarah blandió el cuchillo en alto y se abalanzó sobre Tajima como una
fiera, dispuesta a defenderse y a defender a su pequeña. La expresión de Tajima
apenas cambió en el momento que tardó en propinar un terrible golpe con el bate
en la mano de la madre de Sarah. El cuchillo voló por los aires, no muy lejos,
sobre la encimera. Tajima, consciente de la ventaja que había adquirido, se
dispuso a rematar la faena, pero no contaba con la juventud y la fuerza de su
víctima, ni con su resistencia a aceptar la derrota. Antes de darse cuenta la
tenía a su espalda. La madre de Sarah agarró a Tajima por el moño, que se
deshizo al instante, pero no por eso aflojó su presa. El aullido de Tajjima
hizo estremecer a Lorraine. Sonó como un animal salvaje, no como una persona.
Un animal herido y rabioso. La madre de Sarah tiró con fuerza y casi levantó en
vilo a Tajima, favorecida por la diferencia de estatura. Haciendo gala de una
energía insospechada, arrojó a la anciana contra la pared, al tiempo que el
bate rodaba por el suelo. El cuerpo fofo de Tajima golpeó el muro con un sonido
sordo, extraño. La madre de Sarah quedó estática, de pie, con un gran mechón de
cabellos grises en la mano, mirándolo como si no supiera cómo había ido a parar
allí. Sin pensarlo dos veces, recorrió en dos zancadas la distancia que la
separaba de la encimera y se abalanzó sobre el cuchillo. Sarah contemplaba la
escena llorando y tapándose los ojos con las manitas. Lorraine no pudo
soportarlo más y gritó, aún sabiendo que todo aquello no estaba ocurriendo
realmente, solo se trataba de una sombra del pasado.
—¡Basta!¡Para,
Sarah!¡Acaba con esto, te digo!¡No quiero ver más, no quiero! —las lágrimas de
angustia rodaban por sus mejillas sin parar, deseaba darse la vuelta y salir de
allí, pero algo se lo impedía, una voluntad más fuerte que la suya, la de
Sarah. Era ella quien proyectaba sus recuerdos dentro de la mente de Lorraine
¿cómo escapar de lo que solo ocurre dentro de la cabeza de uno mismo?