viernes, 26 de abril de 2013

JACK VUELVE XXI

   BUENOS VIERNES
   HOY LLEGAMOS AL CAPÍTULO XXI (COMO EL SIGLO) DE NUESTRO RELATO EN CURSO, "JACK VUELVE", QUE LLEVA CAMINO DE CONVERTIRSE EN UNA PEQUEÑA NOVELA CORTA. ES POSIBLE QUE LLEGUE A ELLO, NO ESTÁ DESCARTADO.
   A FALTA DE MEJORES (Y PEORES) NOTICIAS, OS LO DEJO AQUÍ. OJALÁ OS GUSTE.
   HASTA PRONTO
 
El sargento Pileggi, encargado de la investigación del caso desde el primer momento, les permitió posponer su declaración hasta el siguiente día a tenor de la avanzada hora de la noche. Percy había acompañado a Constance a su casa. Se la veía demacrada, despeinada y sucia después de los sucesos ocurridos en el callejón. Se phabía pasado casi todo el camino hasta la comisaría llorando e hipando, incapaz de articular ni una sola palabra, agarrada del brazo de Percy. Este intentaba consolarla dándole palmaditas en la mano y sosteniéndola, pues temía que sufriera un desvanecimiento.
            Cuando llegaron a comisaria en compañía del agente que los había salvado de aquel mendigo harapiento y borracho que les había hecho pasar tan mal trago, todas las cabezas se habían vuelto. El grupo no podía haber resultado más chocante: una agente de policía, un mendigo y una pareja de jóvenes con un atuendo y un porte propios de la alta sociedad  tan sucios y malolientes como el mendigo. Constance se había vuelto hacia él con una mirada que denotaba la humillación que sentía. Se apretó contra su brazo en busca de protección frente a todos aquellos ojos que la acusaban como si de una vulgar ratera se tratase. Por suerte para ellos, el sargento Pileggi estaba de guardia esa noche. Aunque Constance no le había caído bien cuando se conocieron en casa de Faith, el joven que la acompañaba no podía ser más amable. Todo un caballero de la cabeza a los pies.
            —Está bien, teniendo en cuenta la hora que es y el lamentable aspecto que tienen, no hay ningún problema —dijo, mirando de reojo a la llorosa Constance— en que se presenten mañana para que les tome declaración. Lo único que les ruego es que lo hagan por la tarde, más bien a última hora. Esta noche acabo el turno muy tarde y tengo intención de irme a casa  dormir un poco. Puesto que soy yo quien instruye el caso, prefiero que hablen directamente conmigo. Pueden marcharse si gustan, no veremos mañana.
            —Muchas gracias, sargento —replicó Percy, tocándose el ala del sombrero en un elegante y atento gesto—. Mañana sin falta nos tendrá aquí. Le agradecemos su consideración.
            Mientras acompañaba a Constance de nuevo a casa, Percy contemplaba las estrellas, que titilaban por encima de sus cabezas sobre el firmamento estival. A medida que pasaba el tiempo le iba pareciendo mentira todo lo acontecido. No se explicaba cómo habían podido llegar a verse envueltos en semejante situación. Le costaba asimilar que había sido él mismo quien había impulsado la “aventura”, más bien como una chiquillada, como un juego con Constance. Y lo más rocambolesco era la manera en que todo había terminado, con ellos en comisaría pasando aquella vergüenza tan impropia para alguien de su clase.
            Antes de despedirse frente a la cancela de su casa, Constance se volvió. Sus ojos brillaban a la luz de los faroles que iluminaban la calle. Percy no supo decir si era a causa de las lágrimas vertidas o era otra cosa lo que destellaba en los ojos de ella.
            —Oh, querido —farfulló Constance mientras se sonaba la nariz una vez más—, lo de esta noche ha sido terrible. No sé qué hubiera ocurrido si no hubieses estado allí para… para… para protegerme. Aquel hombre tan horrendo y hediondo… no puedo ni pensar…
            —No le des más vueltas, Connie —Percy la tomó por los hombros, sin atreverse a abrazarla en medio de una calle atestada de gente—. No ha ocurrido nada gracias a Dios. Si hubieras estado tú sola con seguridad no te hubieras adentrado en aquella calleja sucia y oscura. Lamento muchísimo lo ocurrido. No debí…
            Ella no le dejó terminar. Interrumpió sus palabras posando un dedo sobre su boca. El se sorprendió ante la intimidad del gesto, pero no lo rechazó. Le agradaba el giro que tomaba la situación.
            —Luego ha estado el bochorno que he pasado en comisaría, con ese sargento. Sé que me desprecia, lo vi en sus ojos cuando fue a interrogar a Faith a su casa. Nos detesta por ser ricos. Hay muchas personas como él. Y tú me sacaste de nuevo del apuro.
            —Querida, no debes prejuzgar a las personas solo por su condición social. El sargento Pileggi hace su trabajo, no puede permitir que estas cuestiones afecten a su investigación. No creo que él odie a todos los ricos. Simplemente es un policía. Todos son un poco secos. Y respecto a mí, yo no…
            —Déjame hablar un momento Percy. Tengo que decirte algo, y si no lo hago ahora quizás me arrepienta el resto de mi vida. Yo… yo… —vaciló unos momentos, como si fuera incapaz de encontrar las palabras adecuadas— yo te quiero, Percy. No quiero separarme nunca de ti. Espero que me aceptes como tu esposa. Me esforzaré por hacerte feliz.
            —¡Oh, vaya! Se supone que…
            Pero no puedo terminar la frase. Ella se alzó de puntillas sobre sus escarpines y le besó en los labios, mientras Percy se sentía arrollado por las circunstancias por segunda vez ese día, envuelto en una situación que, sin saber cómo, se le había escapado de las manos.

viernes, 19 de abril de 2013

JACK VUELVE XX

   HOLA A TODOS:
   CONTRA VIENTO Y MAREA (SOBRE TODO VIENTO, QUÉ DÍA HEMOS TENIDO HOY) Y A PESAR DE LOS CONTÍNUOS OBSTÁCULOS Y ZANCADILLAS DEL DÍA A DÍA, AQUÍ TENEIS LA ENTREGA VIGÉSIMA DE "JACK VUELVE". HOY VAMOS A VER A QUIEN PERTENECEN AQUELLOS OJOS QUE NOS DESPIDIEERON LA PASADA SEMANA.
   UN SALUDO PARA TODOS Y HASTA PRONTO...
 
La primera imagen que cruzó el pensamiento de Constance fue la de un espantapájaros. Allí, de pie, con los sucios harapos colgando. El vagabundo se quedó de pie enfrente de ellos, como si el tiempo su hubiera detenido. Percy y Constance se encontraban demudados ante lo inesperado del encuentro. Ni fueron capaces de decir nada ni de avanzar o retroceder. Los tres quedaron inmóviles como si alguien estuviera tomando una fotografía. Fue el vagabundo quien rompió el incómodo silencio que se había apoderado de la escena.
—¡Yo lo vi!¡LO VI! —gritó presa de una súbita desesperación—. Estaba aquí, resguardado del frío nocturno, y entonces llegó y aprisionó a aquella joven y… y…
Una luz repentina se encendió dentro de la cabeza de Constance. Sin necesidad de más explicaciones, supo de qué estaba hablando aquel hombre de mirada enfebrecida y gestos desquiciados.
—Percy, por favor, vayámonos de aquí. Esto no me gusta.
—No te apartes de mí, Constance, no sabemos si…
—¡EL DEMONIO! —a medida que gesticulaba, daba más la impresión de ser una aparición en lugar de un ser humano— ¡Era el mismísimo demonio! ¡El mal se podía sentir dentro del callejón! Yo estaba aquí, no piensen que estoy mintiendo —aseveró, acercándose un poco a la pareja. Percy se interpuso entre él y Constance y ambos comenzaron a recular poco a poco. El mendigo pareció darse cuenta y se les echó prácticamente encima, agitando un objeto delante de sus narices —La policía se dejó esto en el suelo—. Constance gritó de forma instintiva y Percy hizo ademán de protegerla con su cuerpo, pues obviamente no iba armado.
—¡Apártate! —al ver el objeto, sin embargo, un cierto interés se despertó en él—. Un momento ¿qué es eso?
El aspecto de lo que el mendigo tenía en la mano era el de un simple trapo sucio. Aquel hombre apestaba a sudor, orines y alcohol, pero Percy no pudo evitar acercarse un poco para examinar el trapo. Curiosamente, estaba rematado con un fino encaje y parecía tener algo bordado, unas letras, quizás.
—Percy, te lo ruego… —Constance tiraba de la manga de Percy, a punto de echarse a llorar. Se tapaba la nariz con la mano libre para eludir el olor hediondo que despedía aquel hombre. No podía soportar ni un minuto más. Tenía que salir de allí.
Cuando Percy cayó en la cuenta de que lo que sostenía aquel andrajoso en la mano era un pañuelo, su temor desapareció de repente.
—¿De dónde has sacado eso?
El hombre vaciló unos instantes, como si estuviera haciendo memoria y no acertara a recordar de qué estaban hablando. Luego la luz volvió a sus ojos, que se enfocaron primero en el pañuelo, luego en Constance y, finalmente, en Percy.
—Era de una de las jóvenes —afirmó, con rotundidad—. La que no murió.
Percy se vio asaltado por una terrible duda en ese momento, pero no tuvo tiempo de expresarla en voz alta. El mendigo se había puesto a rebuscar en la caja que hacía las veces de dormitorio y sacó otro objeto. Esta vez lo mismo Constance que él sintieron cómo la sangre se le helaba en las venas.
—Tampoco vieron esto —dijo, enarbolando el enorme cuchillo en el aire con exagerados aspavientos—. Los policías se vuelven descuidados cuando las víctimas son gente corriente.
—¡No te acerques! ¡Atrás! —ahora Percy casi empujaba a Constance hacia la salida del callejón, retrocediendo sin mirar atrás. Entonces tropezó y se cayó, quedando sentado en medio de la mugre que cubría el suelo. Constance no pudo más y empezó a gritar, desesperada.
—¡Socorro! ¿Qué alguien nos ayude, por favor!¡SOCORRO!
El mendigo se iba acercando a ellos cuchillo en mano, mientras Constance intentaba ayudar a Percy a ponerse en pie. El sonido de un silbato rompió la pesadilla y una voz atronadora exclamó detrás de ellos:
—¡Policía! ¿Qué está ocurriendo aquí?

viernes, 12 de abril de 2013

JACK VUELVE XIX ¡¡DOBLE RACIÓN!!

   HOLA A TODOS
   ESTA SEMANA HA VUELTO JACK... Y DE QUÉ MANERA. CUANDO TODO PARECÍA ESTAR EN CALMA, LA TEMPESTAD VUELVE A ARREMETER CONTRA LOS PROTAGONISTAS DE NUESTRA HISTORIA, QUE NO SALEN EN UNA Y YA ESTÁN METIDOS EN LA SIGUIENTE.
   ESTA SEMANA HE PUESTO RACIÓN DOBLE, PARA SATISFACER A AQUELLOS QUE SE QUEJAN DE QUE ES POCO LO QUE CUELGO SEMANALMENTE.
   QUE LO DISFRUTÉIS. HASTA PRONTO.
 
El otoño empezaba a avisar de su inminente llegada enviando una fresca brisa que amenazaba las hojas de los árboles. Tras el sofoco del verano, la gente agradecía este respiro y aprovechaba para pasear por los parques y por las calles cuando la tarde comenzaba a declinar. Entre ellos se encontraban dos parejas de jóvenes sonrientes. Nada de especial, Faith y Constance, junto con Percy y el agente Alfred Hedges, que ya se había hecho habitual en su compañía.
            El sol estaba a punto de esconderse tras el horizonte cuando los cuatro llegaron a la altura de la puerta de la mansión de Faith. A Constance se la veía resplandeciente colgada del brazo de Percy con una mano mientras con la otra sujetaba un delicado parasol con un borde de encaje. Por fin, tras mucho perseguirlo, había logrado su objetivo: que Percy le pidiera salir con él de una manera oficial. «Todo es cuestión de trabajo y tesón», le había confesado entre risas a Faith una tarde mientras sorbían una limonada a la sombra de la enredadera que cubría un cenador en el jardín de Sir Richard. A Faith le había parecido muy divertido el hecho de que Constance se hubiera planteado su relación con Percy como un “trabajo”, tal y como ella lo definía.
            —Pero ¿tú le amas de verdad? —inquirió Faith al tiempo que se abanicaba para espantar las moscas que también buscaban el refugio de la cubierta vegetal para escapar de la canícula.
            —Verás, Faith, querida. Cuando una mujer llega a cierta edad, y que conste que esto te atañe igualmente a ti, debe plantearse el futuro de una manera más seria. No podemos esperar vivir en el hogar paterno por siempre. Y creo que Percy es un partido excelente. Es guapo, simpático y no es amigo del alcohol ni de los juegos de cartas. El amor es simplemente una emoción para cuando somos unas jovencillas despreocupadas. Ahora toca preocuparse por el mañana.
            Faith pareció indignarse ante el pragmatismo de su amiga.
            —En absoluto estoy de acuerdo contigo. Por supuesto que podemos aspirar a ser felices, a la edad que sea. Nadie nos lo puede impedir.
—A pesar de la posición de mi familia, Faith, mi padre no es un aristócrata. Depende de la marcha de sus negocios para asegurar el sustento de su familia.
—¿Qué se supone que pretendes decir? —Faith arrugó el entrecejo, sosteniendo el vaso a medio camino entre la mesa y los labios, como si se hubiera detenido el tiempo.
—Nada, querida, nada. No te enfades. Solo estaba hablando de Percy ¿recuerdas? Es tan guapo…
Y así siguieron toda la tarde, urdiendo planes para hacer que el ratón quedara atrapado en la ratonera. Justo lo que había ocurrido durante el verano.
Delante de la verja que iniciaba el camino hasta la puerta de la casa Thorton, Constance y Percy se despidieron de los otros.
—Se nos ha hecho un poco tarde —aseveró Percy mirando hacia el sol poniente—. He de acompañar a Constance hasta su casa. No es prudente que una dama vaya sola por las calles a estas horas. Además de peligroso, no estaría de acuerdo con las más elementales reglas del decoro.
Faith y Alfred sonrieron al pensar en los innumerables peligros que podían asaltar a una dama en las concurridas calles de Londres, sobre todo teniendo en cuenta que la distancia entre la casa de Constance y la de Faith se podía cubrir a pie en menos de veinte minutos. Ambos cruzaron una mirada de complicidad, y Alfred se apresuró a excusarse.
—Muy bien, como Faith ya está en casa, yo me retiro. Mañana hay que madrugar para trabajar —con una inclinación de cabeza y una elevación de sombrero, emprendió su camino calle arriba, justo en dirección contraria a la que debían tomar Constance y Percy.
—Mañana te espero a la hora del té —dijo Faith besando la mejilla de Constance—. Tienes que ayudarme a terminar el tapiz que estoy bordando.
—No faltaré —Faith le apretó la mano, agradecida por aquel rato de intimidad que le habían puesto en bandeja—. A la hora del té —y se despidió de su amiga con un gesto de la mano.
Ella y Percy caminaban lentamente por la acera, en un intento por alargar el tiempo que podían estar a solas mientras llegaban a casa de ella. Al cruzar por delante de una calle, una repentina ráfaga de  aire se llevó la sombrilla de Constance hacia el interior del callejón.
—¡Oh, vaya! ¡No me ha dado tiempo a sujetarla1 —exclamó Constance, consternada.
—Tranquila. Yo iré por ella —se ofreció Percy amablemente, mientras hacía ademán de internarse en el callejón. Un callejón estrecho y oscuro, del que emanaba un desagradable olor a basura en descomposición y a orines humanos.
Y entonces Constance lo reconoció. Un escalofrío la sacudió de la cabeza a los pies. El aire escapó de sus pulmones, negándose a entrar de nuevo.
—¡NO! ¡No entres ahí! —gritó cuando hubo recuperado la respiración.
Percy se volvió, extrañado. La sombrilla se hallaba en el suelo, a apenas veinte metros de distancia. Aquel lugar apestaba, pero la reacción de Constance le pareció excesiva.
—¿Qué ocurre? —intentó deshacerse de la mano de Constance, que se negaba a soltarle y tiraba de él hacia atrás—. Solo voy a recoger el parasol y vuelvo. No tardo ni diez segundos.
—Es… es… —Constance no acertaba a decirlo—. ¡Fue ahí! ¡Fue ahí donde ocurrió! ¡El asesinato! ¡Donde Fatih halló el cadáver destrozada de aquella chica!
Percy se detuvo por un instante, mirando hacia la oscuridad que iba apoderándose del sucio callejón. Por un momento el terror irracional que reflejaban los ojos de Constance afectó a su ánimo, pero unos instantes después la racionalidad se impuso.
—Venga, Constance, solo se trata de una calleja llena de basura. A pesar de lo que ocurrió, estamos prácticamente a la vista de todo el mundo. Aparte de ratas y suciedad, no hay nada más ahí.
—Por favor, Percy, deja la sombrilla. No quiero que entres ahí.
Él pareció empeñarse más cuanto más se resistía ella.
—Suéltame, Constance, en la mitad del tiempo que llevamos aquí dudando, ya habría estado de vuelta. Voy a recoger tu parasol y lo voy a traer de vuelta, querida, así que tranquilízate y déjame ir.
—Por favor… —una lágrima escapó de los ojos de Constance, mientras Percy se deshacía de su agarre suave pero firmemente—. Yo… yo… iré contigo —él enarcó una ceja, asombrado—. Eso es. Iremos los dos.
Casi tirando de ella, Percy se introdujo decidido en la umbría del callejón. A Constance se le erizó el vello del cogote. El aire parecía detenido allí, en la semipenumbra. Le parecía mentira que unos segundos antes una ventolera le hubiera arrancado la sombrilla de las manos. La atmósfera se hizo densa, irrespirable. El fétido olor que provenía de los montones de basura apilados sin orden hacía difícil la tarea de respirar. Al fondo del callejón, un montón de cajas apiladas contra la pared. La calleja no tenía salida. Constance se resistió aún más, entorpeciendo la marcha de Percy.
—¡Oh, venga, Connie! ¡Así no acabaremos nunca! —se quejó él.
Fue entonces cuando lo oyeron. Algo se movía entre las cajas tiradas en el fondo de la calle. Algo mucho más grande que una rata.
—¿Has oído eso? —logró balbucir Constance—. Hay… hay algo ahí.
Percy también lo había oído, pero les faltaban apenas unos pasos para llegar al lugar donde se hallaba la sombrilla. No podía permitir que su hombría y su orgullo quedaran en entredicho, y menos delante de la que se suponía iba a ser su esposa en el futuro. Tiró un poco más del brazo de ella y siguieron adelante. Cuando ya estaban casi al lado de la sombrilla, esta se elevó, como impelida por un soplo de vida y fue a parar al lado del montón de cajas. Constance emitió un quejido lastimero y suplicó una vez más.
—¡Percy, por favor, escúchame! ¡No me hagas suplicarte una vez más! Esto no me gusta… ¡Vámonos de aquí!
—No insistas más Constance. Te estás comportando como una chiquilla. ¡Basta ya de gimoteos!
Así, uno tirando hacia delante y el otro hacia atrás, llegaron hasta la sombrilla y la pequeña montaña de cajas. Percy se agachó y tomó el parasol, examinándolo a la escasa luz.
—Aquí está. Por fortuna, no se ha ensuciado prácticamente nada. ¿Ves? No hay motivo para tanto alborot…
Entonces, con gran estruendo, una de las cajas se dio la vuelta y dejó al descubierto una figura humana. Unos oscuros y penetrantes ojos quedaron fijos en los dos asombrados y aterrorizados jóvenes.

viernes, 5 de abril de 2013

EL DESEO DE JASMINE + COMENTARIOS

   HOLA A TODOS
   ESTA SEMANA NO HA VENIDO JACK. DEBE ESTAR AÚN DE VACACIONES DE SEMANA SANTA. EN SU LUGAR OS TRAIGO UN MICRO TITULADO "EL DESEO DE JASMINE", QUE PRESENTÉ A LA ÚLTIMA EDICIÓN DEL TESEO. NO TUVO MUCHO ÉXITO, QUEDÓ EN EL PUESTO 27 DE 25 RELATOS. A CONTINUACIÓN DEL RELATO OS DEJO LOS COMENTARIOS QUE HICIERON LOS OTROS PARTICIPANTES PARA QUE OS HAGAIS UNA IDEA. LA SEMANA QUE VIENE VOLVEREMOS CON JACK.
   BUENA SEMANA A TODOS


EL DESEO DE JASMINE

Jasmine estaba preocupada. Preocupada y angustiada. No podía seguir adelante durante mucho más tiempo con esa situación, así que decidió dar una solución al problema que la acuciaba hacía ya un largo tiempo. Por eso decidió, una noche en la que no podía conciliar el sueño, levantarse a hurtadillas e introducirse en la pequeña y oscura cámara donde su marido, el sultán Aladino, guardaba la lámpara.

            Una vez se hubo cerciorado de que nadie había reparado en su ausencia y la había seguido, se acercó al hueco del muro donde reposaba el mágico objeto y lo frotó. De la lámpara empezó a brotar una especie de neblina que se condensó en una forma humana. El genio se inclinó en una suave reverencia.

            —Hace mucho que no venís a verme, alteza. He de suponer que necesitáis algo de mí. Explicadme, pues.

            —Gran Genio, no recurriría a tu ayuda si pudiese solucionarlo por mis propios medios, pero ya no sé qué hacer. Estoy desesperada. Mi marido el sultán ha perdido su apetito por el placer carnal. Hace ya largo tiempo que no me llama a sus aposentos. Me temo que la tensión que le producen los temas de estado ha apagado su fuego. Hasta he recurrido a un bebedizo que me proporcionó una hechicera. Sin resultado. Aún soy joven, Gran Genio, y quiero seguir gozando de mi vida y de mi marido. Ayúdame, te lo ruego.

            —Jamás podría negarme, bella Jasmine. Tú deseo se hará realidad. Esta noche. Más debes estar atenta y aprovechar el momento oportuno. No habrá una segunda oportunidad. Usa tus encantos como tú sabes y recupera lo que es tuyo —dicho lo cual, la figura se desvaneció de nuevo en una densa niebla que desapareció por la boca de la lámpara.

            Jasmine no perdió el tiempo. Se cubrió con ropas de criada y ocultó su rostro para no ser reconocida. Se hizo acompañar de su esclavo preferido, Suleimán, y dirigió sus pasos al mercado, donde adquirió sedosos vestidos, perfumes y aceites para preparar el encuentro con su esposo.

            Al caer la noche, se dio un baño de esencias y cubrió su aún tersa piel con aceites. Se engalanó con tranparentes telas que dejaban entrever su provocadora figura y recorrió los pasillos de palacio como una ensoñación hacia las habitaciones de su esposo.

            Cuando apareció por la puerta, ardiendo de deseo, él saltó de la cama, desnudo, con una inequívoca expresión de culpabilidad en su rostro.

— ¿Qué haces  aquí? No te he llamado.

—Yo pensaba… creí… —boquiabierta, contempló el bulto bajo las sábanas. La sangre se agolpó en sus sienes, dejando paso a la frustración por no haber llegado antes y luego a la rabia— ¿Cómo has podido? ¿Quién se ha atrevido…? —sin pensarlo, se adelantó y de un tirón arrancó las frazadas del tálamo.

La sorpresa dejó paso a la furia cuando sus ojos se encontraron con la mirada atemorizada de Suleimán.

   AHORA LOS COMENTARIOS:


VICTOR MANCHA: Jajaja, qué pillo resultó ser Aladino y que malvado el genio que le tendió tal trampa a la pobre Jasmine. ¿Sintió rencor quizá por haber sido abandonado durante tanto tiempo? Un giro muy interesante al clásico cuento de hadas con un puntito de mala leche que disfruté mucho.

PEDRILLO71: Es sencillo y directo. El estilo es elegante. Final inesperado y sorprendente. Lo único es que el genio ni siquiera pudo llegar a probar su hechizo. Mira que yo esperaba que el propio genio cumpliese el deseo de Jasmine en persona.

ADRIKER: Su primer párrafo es un tanto repetitivo… después el texto se recupera ofreciendo intriga y culmina con un buen final que se medio intuye pero que es efectivo.
Claro oscuros para este relato.

KLORZO: El estilo es por lo general limpio y sencillo, fácil de leer, no obstante me he encontrado con alguna falta de ortografía. De nuevo me encuentro con algo de sobreadjetivación, creo que es algo que muchos tenemos pendiente (yo el primero). Creo que en castellano el adjetivo se coloca detrás del sustantivo, no antes. Es un relato evocador y sensual, y creo que imita muy bien el estilo y el tipo de trama de las Mil y una Noches (al que se hace referencia por los propios personajes). Es una lástima, pero no entiendo el final.

 

KARY: Bueno este relato me gustó, pero el final no me lo esperaba ajajaj, qué sorpresa se lleva …

ARTURO: Pues hasta me he reído, porque mira que tiene mala milk. Muy bien contado ese ambiente aunque el genio pues eso… que ¡vaya genio! Ni siquiera sirvió de adivino y no le concedió el deseo. El deseo se lo concedió al otro, sí o sí . Pero me gusta la cuasi perfección formal. Y es original.

EREIN: No me motiva mucho la historia pero en general está bien escrito, y no sabía bien cual iba a ser el giro final. Yo pensaba que tendría unA amante XD pero no XD o eso, o que se darían mucho el lote. En eso me ha sorprendido, la verdad XD

RAELANA: Está gracioso y aprovecha bien la ambientación oriental, aunque lo del sultán se veía venir xDDDD

 

LANDOLT: Este está bien, aunque no veo como el genio le concede el deseo. Por hacer, no hace nada el muy cabronazo. El texto está bien contado, parte directamente de la peli de Disney (acabo de descubrir que Aladino en las Mil y Una Noches es chino), y realmente no tiene mucha queja. Si cabe, que creo que la vuelta de tuerca final no me acaba de funcionar demasiado. ¿Cómo podía recuperar lo que era suyo sí, como parece, el sultán era homosexual? Es difícil de decir. En cualquier caso, un relato correcto, sin mucho que criticarle aunque no me haya acabado de funcionar del todo. Cosa mía, creo.

 

MERCY FLORES: Oh pobre Jasmine. hay una pequeña errata en la ultima frase ( atemorizada se Suleimán ) supongo que es de en lugar de se.

TERE ARDIZ: ¿Y cuál fue el deseo que concedió el genio? Ninguno, según yo, más parecía un consejero que un poderoso genio. Me parece que el final pudo resultar muy cómico, pero no para un cuento de genios y lámparas mágicas.

GILLES DE BLAISE: Quiero entender que los personajes son los de la peli de Disney... Bueno, es original y el final también, pero tampoco es un relato que sea de los que acaben marcando...

MEDITERRÁNEO: Otro micro, y son unos cuantos, que giran en torno a la insatisfacción sexual. Bien escrito, pero sin destacar. La trama es graciosa, pero no sorprende y se queda en una mera anécdota divertida.

NULLIEN: A este tampoco le encuentro sentido, a fin de cuentas, Jasmine pidió el deseo, y el genio se lo concedió. No entra dentro de lo de retorcer deseos de los genios, porque no tiene lógica que ella pida acostarse con él, y se encuentre ese percal. No sé si me explico. Lo que es el redactado en sí está bien, pero le pierde el sentido general.

BRYORIA: Yo aquí, no acabo de ver el deseo concedido. Vamos, Jasmine quería recuperar el deseo de su marido y... bueno, su marido parece muy capaz. ¿Qué hacen? ¿Se montan un trío? Ahora una buena esposa haría un trato a lo Margarey y todo solucionado. La verdad es que me ha parecido un relato correcto y muy simpático, la verdad es que da pie para el cachondeo.

GRANGER BLOOM: Una Jasmine de carne y hueso que desea, que palpita; esa es la idea que más me gusta. Que sus necesidades no se vean satisfechas porque Aladino haya descubierto los placeres con Suleiman, me descoloca. No porque lo haga, que me parece fantástico, sino porque el elegido no pertenece al embriagador mundo de las 1001 Noches, sino al mundo de la realidad. De todas formas, que se reivindiquen los deseos femeninos, es encomiable.

.HUROKOI: jjajajajajajjaj a más de una le habrá pasado esto alguna vez buena la historia

MORGAN: Bien escrito, buena historia… pero que me deja fría, no le veo coherencia, si el genio le concede el deseo, aunque advierte que aproveche bien su única ocasión, ¿dónde falla ella? Me hubiera gustado que estuviera mejor trabado ese detalle, que se explicara por ejemplo que ella se había retrasado por otro asunto, que no se había conducido con el sultán con acierto…

CABALLERO:

—El estilo es impecable, el ritmo perfecto, la historia redonda.
— ... y el Aladino un capullo.
—Gran ambientación, muy visual, los protagonistas creíbles y con personalidad, vocabulario extenso...
—Con eso de “las frazadas del tálamo” me ha matado, he tenido que buscarlo en el diccionario.
—Y un buen final.
—Eso no lo sabemos... depende de en qué punto fueron interrumpidos por la Jasmine.
—Sin duda hay muy buena mano tras este relato.
—¿La del Suleiman?... pobre Jasmine.

ANGELICAL: Hay que reconocerle la originalidad y que está bien escrito, sin embargo (no he dicho peeeeeeero ) cuando empecé a leer la historia una idea surgió en mi cabeza. Una idea que resultó no tener nada que ver con el desenlace pero que me hubiera gustado más jjajajjajja Jasmine se tira al genio y se acaba el problema y se hubiera ahorrado el disgusto jjajajjaja

EDDY SEGA: Me gusta como está escrito y como te conduce por él, cogido de la suave mano de Jasmine. Eso sí, el genio es un poco chapuzas. ¿No era el deseo de Jasmine que su marido se pusiera caliente para satisfacerla a ELLA? ¿Entonces por qué acaba dándole calor a Suleimán? Un poco de más mala leche a ese final tampoco le hubiera venido mal.


EASTON: En este relato mis expectativas conforme leía eran que no me contase el final esperado en el que la noche termina bien para la princesa y su marido, en este punto sí que se han cumplido; pero también que acabase con un golpe de efecto de humor, y en este aspecto no se han cumplido. Hay una explicación a que el príncipe desatienda a Jasmine, pero es “solo” que tiene a otra persona. Le hubiera pedido algo más.

 

RICARDO CORAZÓN DE LEÓN: Muy bueno, me ha arrancado una sonrisa, picarón o picarona, eh? Me ha gustado mucho. No tengo pegas formales ni de otro tipo y el final es redondo. Creí por un momento que iba a ser el propio Gran Genio pero… hubiese sido muy fuerte…