jueves, 2 de agosto de 2012

JACK VUELVE IX Y UN NUEVO RELATO CORTO

   BUENAS NOCHES
   ESTA SEMANA TENEMOS, EN LA PESTAÑA "RELATOS CORTOS", UN NUEVO RELATO PRESENTADO A "ESTA NOCHE TE CUENTO". EL TEMA DE AGOSTO ES "AZUL... MARINO". EL RELATO SE TITULA "AZUL CARIBE". OJALÁ OS GUSTE.
   Y AHORA VAMOS CON NUESTRA SESIÓN HABITUAL DE JACK VUELVE...

- Simplemente me gustaría que me respondiese a unas sencillas preguntas, ejem, en privado –y dirigió una mirada elocuente a Constace.
- Pero mi amiga no se encuentra en condiciones de… aún no se ha repuesto…
- Constance, el sargento tiene razón. Por favor, déjanos a solas. No te preocupes, estaré perfectamente.
- Me quedaré en el piso de abajo, en la cocina. Si necesitas algo llámame -Constance salió, dirigiendo al sargento una mirada por encima del hombro.
“Me revientan estas señoritingas estiradas. Sólo por el dinero que tienen sus familias piensan que su mierda huele mejor que la de los demás”. Cuando la puerta se hubo cerrado, el sargento se quitó el casco y se acomodó en la silla que Constance había desocupado.
- Si me lo permite, aceptaré su oferta de antes -esbozó una ligera sonrisa de sabueso. Era un hombre cuarentón, de cabello ralo y rubio. Un delgado bigote realzaba su boca, de labios finos y expresión severa-. Dígame, Lady Thornton, ¿Qué era exactamente lo que hacía usted en ese callejón? Comprenderá que no es el lugar más indicado para una dama de su posición.
- Está usted en lo cierto, sargento… ¿Pileggi? No sólo no es el lugar indicado, sino que yo jamás habría entrado allí, y menos yo sola, de no ser por…
Durante un par de segundos de indecisión, Faith no supo cómo concluir la frase y el sargento permaneció expectante, hasta que no pudo contenerse más.
- ¿Por qué? ¿Por qué lo hizo?
- Verá, sargento, no sé si me va a creer, pero… me llamaron. Una voz me ordenó que fuese allí.
- ¿Cómo? ¿Dice usted que alguien la llamó y usted obedeció, sin más?
- Me cuesta creerlo a mí misma, pero… no tuve elección. Fue como si una irresistible corriente de aire me obligase a hacerlo. Durante unos momentos deseé escapar de allí, pero después… no lo recuerdo. Sólo sé que seguí adelante y lo siguiente está borrado de mi memoria, de verdad. Quizás las piezas vuelvan a encajar en algún momento, pero me temo que ahora no puedo serle de gran ayuda. En cuanto mis recuerdos se despejen, yo misma iré a la comisaría y se lo haré saber, créame.
            - Bien. Supongo que cuando se mejore podremos determinar los detalles con más precisión –el sargento se acomodó en la silla-. Supongo que sabe que la víctima era su criada, una tal Daisy Smith.
            Faith notó cómo las lágrimas volvían a rodar por sus mejillas. El labio inferior le temblaba ligeramente. Sorbiendo la nariz y respirando con fuerza, consiguió decir:
            - Sé quién era la víctima. Me lo han contado, porque gracias a Dios no consigo recordarlo. Daisy no era una criada, sargento. Era mi doncella personal, y la apreciaba muchísimo. Yo no soy la clase de persona que desprecia a los demás por su condición social, no se equivoque. El personal que trabaja en esta casa es tratado con el debido respeto y atención. Y ella era especial para mí –Fatih se detuvo para sonarse la nariz-. Aún me cuesta creer que no va a aparecer por esa puerta para preguntarme si necesito algo más antes de marcharse.

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