viernes, 15 de febrero de 2013

EL OTRO LADO (XII Y PENÚLTIMA)

   HOLA A TODOS
   ESTA HA SIDO UNA SEMANA DE ALTIBAJOS, CON MÁS BAJOS QUE ALTOS, LA VERDAD. HA ESTADO LLENA DE CONCURSOS QUE HAN FALLADO, EN TODOS LOS SENTIDOS DE LA PALABRA. EN ALGUNO DE ELLOS TENÍA VERDADERAS ESPERANZAS DE SALIR, PERO HA RESULTADO QUE NO. ASÍ QUE TUVE UN BAJÓN BASTANTE PRONUNCIADO. PEEEEEERO...
   PARA REMATAR, POR FIN LLEGÓ EL LIBRO DEL EPIC. Y ES PRECIOSO. LA MAQUETACIÓN, LA CALIDAD FÍSICA DEL LIBRO, LA INCREÍBLE PORTADA. TODO, DE VERDAD. SI OS GUSTA LA FANTASÍA ÉPICA OS LO RECOMIENDO. POR SUPUESTO, ALGO MALO TENÍA QUE PASAR: SE EQUIVOCARON Y ME PUSIERON UN APELLIDO QUE NO ES EL MÍO. LES ESCRIBÍ Y ME PIDERON MIL PERDONES. COLGARON UNA NOTA EN FACEBOOK, TWITTER Y EN SU PÁGINA WEB PARA SUBSANARLO Y ME HAN ASEGURADO QUE EN LAS SIGUIENTES EDICIONES APARECERÁ CORRECTAMENTE. INCLUSO ME VAN A MANDAR UN LIBRO DE REGALO A MODO DE COMPENSACIÓN. PERO, APESAR DE TODO, EL LIBRO ES SENCILLAMENTE ESTUPENDO. MUCHO.
   Y AHORA OS DEJO CON EL PENÚLTIMO CAPÍTULO DE "EL OTRO LADO"
   QUE LO DISFRUTÉIS. HASTA PRONTO.
 
Frente al espejo, se preparó para lo peor. Ignoraba cómo hacer para invocarla, pero confió en que sería capaz. Laura se sentía incapaz de imaginar cómo era posible que hubiera visto a aquella mujer en el espejo. Su mente barajaba todo tipo de hipótesis, desde un encantamiento hasta su propia imaginación, jugándole una mala pasada a causa de algún tipo de autosugestión. Había oído o leído que la mente es muy poderosa cuando el convencimiento es absoluto. Algunos lo llaman fe, otros simplemente lo atribuyen a la ciencia. Sin embargo, allí se encontraba ella, en su propia casa, a punto de realizar algo parecido a un hechizo o lo que fuera para reclamar la presencia del espíritu de una mujer que llevaba cientos de años muerta.
            Se preguntaba por qué ella, qué era lo que había motivado su presencia allí. Quizás el espejo le perteneció en vida, y de alguna extraña y rocambolesca manera había llegado a su poder a través de los siglos. Sacudió todos esos funestos pensamientos de su cabeza y se plantó delante del espejo, ligeramente indecisa.
            —Si estás ahí, muéstrate —intentó que su voz sonara autoritaria, pero el resultado distaba mucho de sus pretensiones. Hasta ella misma percibió un lejano matiz de inseguridad, un tembloroso tono de temor.
            En el espejo nada cambió. Allí estaba su propia imagen, como de costumbre. Laura pensó que su aspecto se veía un poco demacrado. Una leve sombra oscura flotaba bajo sus ojos, si bien no le extrañó demasiado, los últimos días habían sido demoledores, y ello se revelaba en su expresión, de normal risueña, pero que ahora bien podía servir para asistir a un velatorio. También reparó en la acentuada delgadez de su silueta, y recordó que Jon le había advertido en más de una ocasión que se estaba obsesionando con el tema del peso. Deslizó una mano por su vientre, absolutamente liso, y mentalmente se hizo la promesa de que en adelante se cuidaría más por dentro y menos por fuera. Lo haría por sí misma, pero también por las personas que la rodeaban. Cuando uno se siente mal, la negatividad se transmite como las ondas térmicas.
            —¿Qué esperas para aparecer? No voy a quedarme aquí todo el día.
            Nada. Laura comenzó a dudar de la realidad de todo aquello. Quizás lo había imaginado, posiblemente la acumulación de las preocupaciones, el estrés, la enfermedad de Jon, todo empezaba a dejar secuelas en su persona.
            Pasados unos minutos se sintió ridícula por estar hablando a un espejo y se dio la vuelta para marcharse. «Me voy a volver loca si no acabo con esto», pensó. Cuando su mano tocó el pomo de la puerta, la voz sonó en su mente, profunda, rasgada.
            Hola, querida. Por fin has venido. Hacía tiempo que te esperaba.
            Laura se giró violentamente. Su corazón dio un vuelco. Había sentido físicamente la presencia de ella, era como si de verdad hubiera entrado en la habitación. La temperatura descendió bruscamente hasta que Laura pudo ver su propio aliento, una nube de vapor que se disolvía perezosamente en el aire helado del cuarto.
            —Tengo que hablar contigo. Has de explicarme muchas cosas.
            No es necesario que hables. Escucho tus pensamientos. Tengo la explicación que necesitas, pero es posible que no te guste. Adelante.
            Llegado el momento crucial, a Laura no le temblaron las piernas. Dio media vuelta y se encaró con su invitada.

2 comentarios:

  1. ¿Sabías Vidal que con los espejos habla mucha gente???.
    La Laurita en cuestión tiene más miedo que vergüenza, pero yo me lo hubiera pasado pipa.
    Como dicen los chavalitos de ahora, esta mola mogollón. A mí casi me gusta más que Molobo. ¡Fíjate!!!.
    Un abrazo chico y otra vez ¡ENHORABUENA!!!.

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  2. Pues yo no hablo con mi otro yo, la verdad es que casi tampoco me miro en los espejos, pero para todo hay gente.
    A esta Laura le va a salir un poco rana la cosa, ya lo verás en el siguiente (y último capítulo).
    Un abrazo, Lía!!!!

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