viernes, 15 de marzo de 2013

JACK VUELVE XVII

   HOLA A TODOS
   EN VÍSPERAS DEL PUENTECILLO DEL DÍA DEL PADRE, VOLVEMOS CON UN PEDACITO MÁS DE ESTA HISTORIA DE AMBIENTACIÓN VICTORIANA TAN INUSUAL EN MI ESTILO. ESTA SEMANA FAITH CONOCE AL QUE QUIZÁS SEA EL HOMBRE DE SU VIDA... ¿O NO?
   NO OS LO PERDÁIS
   HASTA PRONTO
 
Habían transcurrido unas semanas desde el incidente de la casa de campo. Faith se había recuperado y todos habían guardado en su memoria los acontecimientos bajo la etiqueta de “un mal sueño”. Después de encerrar el recuerdo bajo varias llaves, las arrojaron bien lejos para así asegurarse de que jamás volvieran a aparecer. El verano avanzaba y el calor se hacía opresivo en las horas centrales del día. En el club de campo, a la sombra de unos arces, Faith, en compañía de Constance, Percy y James disfrutaban de un partido de cricket.
            Constance había conseguido hacerse habitual en la compañía de Percy. Aún no había conseguido acercarse tanto como hubiera deseado, pero en sus propias palabras “era una cuestión de tiempo y de trabajo”. A Faith le había parecido en extremo gracioso que su amiga se tomase la relación como un “trabajo”. Mientras tanto, Percy se veía relajado junto a ella, pero no muy amoroso, según Faith lo veía. Por supuesto, esto no se lo había mencionado a su amiga, y pondría sumo cuidado en no hacerlo. Ya se encargaría el tiempo de poner las cosas en su sitio.
            James, por su parte, estaba más pendiente de Melissa Lakebold, la heredera única de la inmensa fortuna de la familia. Melissa se hallaba sentada, junto con sus padres y unos amigos de la familia, alrededor de una mesa arropada por una enorme sombrilla con flores estampadas. Se encontraban a pocos metros del grupo de Faith, tomando un refrigerio bajo la protectora sombra. Melissa miraba con atención el fondo de su vaso, como si el futuro se hallase allí escondido y ella pudiera leerlo. Faith no sentía excesiva simpatía por ella, la veía como una cursi malcriada y estirada, cualidades estas que a su modo de ver afeaban enormemente a una señorita. No era capaz de imaginarse qué podía ver James en ella. Dinero y más dinero, suponía. Pero Faith era una romántica, estaba convencida de que el dinero no traía la felicidad. Levantó el vaso de limonada que sostenía en las manos y se lo acercó a los labios para darle un pequeño sorbo cuando se vio empujada hacia adelante. Una pequeña cantidad de limonada se derramó sobre la pechera de su vestido. La mancha originada parecía crecer por momentos.
            —¡Lo siento! ¡Dios mío, discúlpeme, soy un torpe! ¡Oh, vaya, su precioso vestido!¡Se ha echado a perder!
            La voz correspondía a un varón. Faith se dio media vuelta para quitarle importancia al asunto cuando su hermano intervino.

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