viernes, 31 de enero de 2014

SOMBRAS (XII + I)

   HOLA A TODOS
   DE NUEVO NOS VEMOS ENTRE FANTASMAS, EN ESTE CASO CON UNA ENTREGA MUY ESPECIAL... LA NÚMERO 13!!!. LORRAINE CONOCERÁ A UN NUEVO VISITANTE Y... MEJOR QUE LO LEÁIS VOSOTROS MISMOS.
   EN ESPERA DE NUEVAS NOTICIAS QUEDAMOS. PRONTO HARÉ UNA ENTRADA AQUÍ PARA CONTAROS EN PLAN REALITY UNAS ANÉCDOTAS DE LA PREPARACIÓN DE LA PRESENTACIÓN DE MOLOBO. CON CURIOSAS AUNQUE NO SÉ SI SERÁN GRACIOSAS.
   HASTA PRONTO


El color había abandonado las mejillas de la niña. Delante de ella se encontraba un hombre. Ella no lo sabía, pero era el mismo hombre que unos minutos antes permanecía de pie tras su madre, frente al espejo del cuarto de baño de la planta superior. El problema para Lorraine no era que se hubiera colado un hombre dentro de casa. Esa no era la cuestión. El verdadero motivo de su temor era que aquel hombre no estaba vivo, igual que Sarah. Un enorme agujero se abría en su cabeza, y por el borde la sangre había manado en su momento de forma copiosa. Lo supo por el surco de sangre seca que cubría la mitad derecha del rostro de aquel hombre. Sonreía, pero el gesto en sí resultaba poco amistoso, por no decir nada en absoluto. La mueca que formaban sus labios se veía adornada por los dientes más sucios que Lorraine había visto en su vida. Los que quedaban, pues la mayoría faltaba de su sitio dejando en su lugar una especie de misterioso ajedrez.
—¡Quién eres tú? —la voz de la niña sonó como un hilo de seda a punto de romperse.
—Mi nombre no importa. Lo importante es que ya deberíais estar muy lejos de aquí. Tu madre y tú, quiero decir. Si no os marcháis pronto, ya no podréis hacerlo jamás. Envié a la pequeña Sarah a avisarte. ¿No lo hizo?
Sí que lo había hecho, pensó Lorraine. Pero uno no puede ir y decir: «Mamá, debemos mudarnos de nuevo. Me lo ha dicho el fantasma de una niña». Bastante había sido hablar con ella y que no la hubiese tachado de loca. En la mirada condescendiente de su madre Lorraine había podido adivinar que no creía ni una pizca de todo lo que le había contado. Probablemente lo había achacado a su imaginación. Siempre había sido una niña imaginativa y no era difícil suponer que mamá había optado por solución fácil: ella lo había imaginado todo. Y ahora se encontraba cara a cara con el fantasma de aquel hombre. No hacía falta mucha imaginación para saber cómo había muerto.
—Sí, lo hizo. ¿Por qué estáis aquí? ¿Por qué motivo hemos de marcharnos? ¿Por qué solo yo puedo veros? ¿Cómo suponéis que podré convencer a mi madre para que nos volvamos a mudar? Acabamos de llegar aquí.
El espectro pareció confundido. Demasiadas preguntas a la vez.
—Estamos aquí porque vivimos aquí. Este es nuestro hogar. No podemos abandonarlo.
—¿No podéis? —el miedo de Lorraine cedió un poco. La curiosidad podía más cada segundo que transcurría.
—Eso es. Nos es imposible abandonar la casa. Ella no nos lo permite. Por eso debéis marcharos. Acabará con vosotras también.
—¿Ella? ¿Quién es ella? ¿Tajima?
En ese momento se oyó un sonido semejante al click de una cámara fotográfica y una fracción de segundo después Lorraine se hallaba sola de nuevo. El frío se había disipado, como si solo hubiera existido en su imaginación. Se volvió y vio a su madre de pie en el quicio de la puerta, observándola con interés.

—¿Se puede saber qué narices haces ahí parada como un pasmarote? Te estoy esperando para merendar.

4 comentarios:

  1. Jajajaja pobre Lorraine! !!! Me imagino su cara después de haber visto la de su madre jaj.
    Ahora tengo que esperar días para saber qué pasa!....
    Me gusta esta historia!! Abrazos amigo.

    ResponderEliminar
  2. La pobre niña tiene que estar al borde de un ataque de nervios, pero no sé si os habéis dado cuenta de que en este puzzle falta la piza principal...
    Besos

    ResponderEliminar
  3. A mí también me gusta y tú deja de contar cosas o de apuntarlas, sabes? Los lectores somos muy listos por si no te habías dado cuenta, grandullón.

    ResponderEliminar
  4. Sí me he dado cuenta, Ricardo. Son listos y agradecidos. Si no fuese por ellos ¿qué haría yo aquí?
    Abracetes

    ResponderEliminar