viernes, 11 de abril de 2014

SOMBRAS FINAL (2 DE 3)

   BUENOS VIERNES
   LO PROMETIDO ES DEUDA. ESTA SEMANA PREVACACIONAL PARA ALGUNOS OS TRAIGO EL SEGUNDO FASCÍCULO DEL FINAL DE SOMBRAS. HOY SUSAN VA A DESCUBRIR LA VERDADERA CARA DE SU TIERNA VECINA.
   LA SEMANA QUE VIENE TENEMOS FIESTA, EL BLOG PERMANECERÁ CERRADO, Y LA SIGUIENTE TENGO UN COMPROMISO, DE MODO QUE LA TERCERA Y ÚLTIMA PARTE DE "SOMBRAS" SERÁ O ELJUEVES 24 O LA SEMANA DEL PUENTE DE MAYO.
   QUE LO DISFRUTÉIS, HASTA PRONTO

Forcejeó para liberarse, pero pronto se encontró inmovilizada de pies y manos, como si la hubieran atado. La negrura era tan densa que tenía la sensación de que ni siquiera el sonido podía existir allí. Después de un tiempo indeterminado, igual podían haber sido segundos que horas, le pareció sentir una caricia en la nuca, poco más que un aliento cálido que la hizo gritar con todo el aire que tenía en los pulmones hasta vaciarlos. Sin embargo, ningún sonido se escuchó. Sus cuerdas vocales habían quedado inútiles, o al menos eso le pareció.
No pierdas el tiempo, nadie puede oírte, no en este lugar…
La voz, un susurro, provenía de todas partes a la vez, quizás del interior mismo de la cabeza de Susan. No podía hablar, pero una idea cruzó su mente. Si no se podía escuchar su voz, quizás sí se oyeran sus pensamientos.
«¿Quién eres? ¿Dónde estoy?»
Susan se esforzó por calmarse, por pensar con calma para no evidenciar que la histeria estaba a punto de acabar con el escaso control que le quedaba sobre sí misma.
Una risa resonó como un eco den todos los recovecos de su mente. Era una carcajada inhumana, asexual, tosca, con un matiz de maldad que ponía los pelos de punta.
Eso da igual. Lo importante es que eres mía. Ya no hay nada que puedas hacer. No hay salida. Ya no estás en el mundo de los vivos, pero aún no has penetrado en el de los muertos, aunque ese momento no tardará en llegar.
Había funcionado. Podía comunicarse de forma telepática y eso la animó a seguir.
«Muéstrate. Si no tienes nada que perder, deja que te vea»
De nuevo la carcajada, tensa, cortante.
Puede que no soportes mirarme a los ojos. Puede que la línea que te separa de la locura se quiebre cuando veas el rostro de quien te va a devorar, a sorber hasta la última gota de tu esencia vital.
«¿Es así como lo haces? ¿Asustas niños para capturar a los adultos?»
Susan se devanaba los sesos para ganar algo de tiempo que le permitiera pensar de qué modo escapar de esa situación, si es que existía alguna manera.
¿Lo dices por tu hija? Esa pequeña metomentodo… ya me ocuparé de ella cuando acabe contigo. A ella la reservo para el final, el bocado más delicioso.
El instinto maternal se impuso, a pesar de lo ridículo de la situación.
«¡No se te ocurra ponerle las manos encima a Lorraine o te mataré! ¡Lo haré, no lo dudes!
No tengo manos, querida, no podría hacerlo aunque quisiera. Míralo por ti misma.
De algún lugar comenzó a brotar una tenue claridad que lo fue invadiendo todo. Susan no podía determinar si provenía de arriba o de abajo. Simplemente su ojos iban detectando formas difusas a su alrededor, una forma oscura y enorme un poco más alejada. Cuando todo hubo cobrado contornos definidos, gritó. Esta vez sí se oyó.
Estaba enredada en una enorme telaraña, que flotaba sobre el salón, el recibidor y la escalera de su casa. «Bienvenida al mundo de los vivos», dijo la voz en su cabeza.
En la parte más alejada de la telaraña, una gigantesca araña la miraba. Negra, llena de pelo y… con la cara de Tajima. De sus colmillos goteaba un líquido viscoso que se derramaba sobre la tela que las sostenía a ambas. Susan recordó que Lorraine le había contado una vez que las arañas no devoraban a su presas del modo típico, sino que inyectaba dentro de ellas sus jugos digestivos para que la carne y los órganos internos fueran disolviéndose y luego se limitaban a sorber la comida ya digerida. Los escalofríos la sacudieron de la cabeza a los pies. La perspectiva era terrorífica. De entre todas las posibles formas de morir, no se le ocurría ninguna peor que aquella.
La araña comenzó a acercarse, como una acróbata, sobre los hilos, haciendo que la estructura se bambolease. No parecía importarle aquel detalle, sus ojos brillaban ante la idea del banquete que se avecinaba.
Susan gritó una vez más. Y otra. Con todas su fuerzas. Gritó hasta que le dolió la garganta, el alma misma, pero aquel monstruo peludo continuaba con su avance.
—¿Mamá? ¡Mamá! ¿Estás bien?

La sangre dejó de correr por la venas de Susan. La araña se detuvo, sorprendida. En la parte alta de la escalera se hallaba Lorraine. En su mano brillaba una luz cegadora.

2 comentarios:

  1. Esperar hasta el 24?????? Qué malvado!!! Jaaajj
    Pero no me la perderé!!!
    Besotess!!

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    1. Antes imposible, Kary. Muchas gracias por estar ahí!!!!!
      Besos a montones!!!!

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