viernes, 22 de noviembre de 2013

SOMBRAS (VI)

   HOLA!!!!!
   UNA SEMANA MÁS (Y YA VAN MÁS DE DOS AÑOS) ME PRESENTO AQUÍ FIEL A MI CITA CON VOSOTROS, LOS QUE AGUANTÁIS ESTO DE CONTINUO.
   OS DEJO UN PEDACITO DE SOMBRAS UN PELÍN MÁS ABULTADO DE LO HABITUAL, DEBE SER QUE ESTA SEMANA LAS GANAS DE TRABAJAR ANDABAN CERCA.
   QUE LO DISFRUTÉIS....
   TA PRONTO.


Llenó su vaso y el de su madre de zumo, dispuso las servilletas, platos y tenedores sobre la mesa posponiendo el momento crítico todo lo posible, hasta que ya no tuvo más excusa: no le quedaba más remedio que coger aquella asquerosidad que bullía inquieta delante de sus narices. Volvió la vista un momento. Era obvio que su madre no veía lo que ella veía. No solo era un cuestión visual, bastante repugnante el resultaba el amasijo de gusanillos blancos y grises retorciéndose sobre la masa en putrefacción. Además estaba el olor. Era con diferencia lo peor que había llegado a sus fosas nasales en su vida. Casi no podía creer que su madre estuviera allí en la silla, tan pancha, esperando su trozo de «tarta» como si tal cosa.

            Miró a su madre, implorante. Susan le devolvió una mirada llena de curiosidad y preocupación, pero Lorraine no supo detectar ninguna de las dos cosas, en parte por los nervios que la recomían por dentro, en parte a causa de su edad. Resignada, se dispuso a ejecutar su plan. «Que Dios me asista», pensó mientras sacaba unos paños de cocina de un cajón. Lo último en su lista de intenciones era tocar esa cosa asquerosa y maloliente con las manos. Llegó a la encimera y suspiró, aún confiando en que pudiera ocurrir un milagro.

            —¿Qué estás haciendo, Lorraine?

            Se volvió, desconcertada.

            —No sé a qué te refieres, mamá. Voy a servir la tarta.

            —Eso ya lo veo. Me refiero a los paños de cocina. Esa tarta no ha salido del horno. Al menos no en la última hora. Dudo que puedas quemarte.

            —¡Ah, esto…! —Lorraine miró los paños como si los viera por primera vez en su vida—. Es porque… bueno… tengo un herida en un dedo y me pareció más higiénico. Solo eso.

            Susan se quedó pasmada. Esto no podía continuar.

            —Lorraine, hija, desde que he llegado te estás comportando de un modo muy extraño. Que yo recuerde, cuando salí esta mañana eras la misma de siempre. Sin embargo, ahora no sé si delante de mí está mi hija o un señuelo extraterrestre que han dejado en su lugar. ¿Ha ocurrido algo mientras yo estaba fuera?

            Lorraine estaba al borde del llanto, pero no podía explicar a su madre la verdad. Pensaría que se había vuelto loca y la llevaría a un psicólogo o algo así. Luego le aplicarían corrientes eléctricas para curarla y se quedaría inútil de por vida. Una vez lo había visto en una película cuando su madre no estaba en casa. Y no tenía ningunas ganas de pasar por ello.

            —No, mamá —mintió lo mejor que pudo—. No ha pasado nada.

            —Sabes que puedes contármelo ¿verdad? Si no confiamos la una en la otra ¿Qué otra cosa nos queda?

            —En serio, mamá. Siéntate. Te aseguro que no ocurre nada. Tomemos ese trozo de tarta juntas, por favor.

            Susan se sentó en la silla. Si antes tuvo alguna duda, ahora había desaparecido. Todas las alarmas habían saltado en su cerebro y su instinto de madre gritaba como un mono poseído. A su hijita le había ocurrido algo y no quería contárselo. Si alguna vez se había visto en una situación de emergencia, desde luego era allí y ahora. Y lo peor de todo era que no sabía qué hacer para atajar lo que fuese que estuviera pasando.

            Lorraine se dispuso a realizar el numerito que tenía previsto. Sin embargo, el destino se alió con ella, o sus plegarias fueron escuchadas, porque no necesitó fingir un accidente. Al dar el primer paso resbaló y la fuente con la tarta salió volando por los aires para estrellarse sobre el suelo de la cocina. Quedó allí, sentada, con el trasero dolorido, mientras contemplaba miles de formas diminutas arrastrándose desesperadas por todas partes, entre pegotes de una masa grisácea y pestilente imposible de identificar.

8 comentarios:

  1. Jajajaja me encantó el final de esta parte. A ver cómo se las sigue arreglando para ocultarle a su madre semejante cosa!!
    Me gusta mucho, esperamos la próxima!
    Un beso.

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    1. Nadie sabe cómo se las va a apañar, Kary, ni siquiera yo!!!!
      Besos

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  2. Si ejjj que...
    Muy interesante, Vidal. A continuar.
    Te cuento una cosa? Soy la visita 5.000 de tu blog!!! Es fabuloso. Felicidades, grandullón.
    Un abrazo.

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    1. ¿Te cuento algo, Ricardo? A punto estaba de suplicar en facebook para que la gente pinchara y llegar a las 5000. No soy tan popular como otrosssss, jajaja!!!
      Gracias y un abrazo!

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  3. Entonces yo seré la 5001.
    Me encanta como escribes!!!!!!!!!!. Me parece que estoy viendo volar la tarta por encima de la cabeza de la madre de Lorraine. Hasta me he pegado una carcajada y todo...............
    Sabes que ha contactado conmigo otra vez la edit,??? y esta vez les he dicho que si.
    Ya te diré como queda la cosa.
    Un abrazo.

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    1. Tú desde el primer día, Lia. Y yo agradecido. Ya te he enviado un correo al respecto de lo tuyo.
      Un abrazo.

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  4. A ver cómo continua, Vidal. Pobre Lorraine jeje.

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    1. Esto no es nada, Sandra. La acción aún no ha comenzado... jejeje

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