viernes, 11 de noviembre de 2011

MOLOBO IV

     AQUI ESTAMOS DE NUEVO
     ABAJO TENEIS UNA NUEVA ENTREGA DE MOLOBO.
     ¡¡¡ATENCION!!! EN LA PARTE QUE YA CONOCEIS HE INTERCALADO UNA ESCENA NUEVA, PERO HASTA EL FINAL DE LAS ENTREGAS YA NO PODREIS VERLA. CUANDO ACABE EL RELATO,  TODO EL QUE LO DESEE PODRA TENER UNA COPIA GRATIS.
     PARA CONTACTAR CONMIGO, MEDIANTE UN COMENTARIO EN EL MISMO BLOG O EN EL CORREO ELECTRONICO QUE OS FACILITE EN "MOLOBO III"
     HASTA EL PROXIMO VIERNES!!!

- Encantada no. He dicho maldita. Tenemos una abuela que se supone que es vidente, aunque casi todo el mundo en el pueblo piensa que está un poco loca, pero es muy buena persona, no crea. Un poco extraña, pero es muy cariñosa. Ella dice que un espíritu maligno habita en la casa…
- Eso no es lo que digo, querida, si  no te enteras bien de las cosas por lo menos no le des información errónea a los forasteros.
Los tres volvimos la cabeza al mismo tiempo. Por la puerta habían entrado dos mujeres, una de mediana edad, que llevaba el pelo recogido de manera distraída en un moño, delgada y de buena presencia, pero con una expresión en la cara que indicaba que era mejor no acercarse mucho por si mordía.
- Os he dicho mil veces que no molestéis a los clientes con vuestras tonterías, seguro que este señor tiene cosas mejores que hacer que aguantar las estupideces de dos niñas tontas. Ya hablaremos después. Perdónelas usted, por más que una dice las cosas…
- Descuide –respondí- no me estaban molestando en absoluto. Mi nombre es Jim, me acabo de instalar en el pueblo, así que tampoco tengo nada mejor que hacer hasta que encuentre un trabajo. Por ahora las labores caseras ocuparán mis días por completo, fíjese que interesante.
- Yo soy Paulette Perkins –intervino la mujer mayor. Era una mujer menuda y sonriente, de pelo gris, sesentona y elegante, nada similar a la loca desquiciada que me habían pintado las muchachas- y esta es mi hija Anette. A mis nietas ya las conoce. Desde que el marido de Anette se fue, están un poco dejadas, una mujer sola no puede atender el negocio, ocuparse de su casa y además educar a dos adolescentes chismosas que van dejando mal a su abuela.
- ¡Mamá! -Anette le dirigió una mirada furiosa a su madre-. No tengo bastante con mis hijas para que tú también te pongas a airear los asuntos de la familia. Discúlpeme Jim, estoy encantada de conocerle, como puede ver estoy rodeada de niñas pequeñas. Venid conmigo un momento a la trastienda, pequeñas arpías charlatanas, creo que es el momento de tener una conversación madre-hijas de carácter urgente. ¿Te importa quedarte diez minutos en la tienda, mamá?
- Para nada, querida, este joven me hará compañía.
Así que me quedé a solas con aquella mujer, cuyos ojos emanaban serenidad.
- Así que acaba de unirse a esta pequeña población. ¿Dónde vive?
- Ayer mismo estrené mi nuevo hogar. Por eso he venido a aprovisionarme. Vivo en la montaña, en la casa que antes era de los Wilson.
La sonrisa despareció. Su rostro se contorsionó de tal manera que no reconocía a la anciana que había tenido ante mí hace unos momentos.
- No debe usted vivir allí. Le acecha un grave peligro que amenaza su vida. Un mal enorme se cierne sobre esa casa…
- Perdone, yo respeto las creencias de todo el mundo, pero no creo en el espiritismo y todo eso. Ya me han dicho sus nietas…
- ¡Usted ignora de lo que habla! Porque sea una vieja no quiere decir que esté loca. ¡Debe salir de allí hoy mismo! – empezó a gritar como una posesa y yo sentí que debía desaparecer en ese mismo instante-. ¡Morirá como los otros! ¡No sea insensato! ¡Escúcheme bien! ¡Váyase a vivir a otro sitio!
- Lo siento, se me hace tarde – logré balbucear- ha sido un placer…
Salí de la tienda como alma que lleva el diablo, avergonzado como un niño pequeño al que pillan robando un caramelo. Había cometido una falta de tacto con

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