viernes, 5 de octubre de 2012

UN MILAGRO(II)

   BUENAS A TODOS
   UN PAR DE BATACAZOS MÁS SE UNIERON ESTA SEMANA A LA LEGIÓN. ES MI SINO...
   ESTE MES, A FALTA DE ÍMPETU LITERARIO, HE ENVIADO A "ESTA NOCHE TE CUENTO" UN RELATO MULTIMEDIA. LA PRIMERA PARTE ES ESCRITA Y LA SEGUNDA ES UN VÍDEO DE UNOS 30 SEGUNDOS. Y SE TRATA DE UN TOQUE DE HUMOR ÁCIDO. HA QUEDAD BASTANTE GRACIOSO. LO PODÉIS VER ARRIBA, EN RELATOS CORTOS.
   LA PRÓXIMA SEMANA SE AVECINAN DOS NUEVAS TEMPESTADES, PERO YA OS CONTARÉ.
    DE MOMENTO, SEGUIMOS CON "UN MILAGRO"
    TA PRONTO...
 
- Parece que nos hemos preocupado sin motivo –dijo Enrique. Resulta que hay menos jaleo que en una noche normal. A estas horas ya casi todo el mundo debe estar en casa de sus familiares preparando el banquete y comiendo chucherías antes de tiempo.
            - Pues mejor. Más pronto llegaremos y me quedaré tranquila, ya sabes que esto de conducir de noche no gusta nada, y en el estado en que está la carretera, mucho menos.
            Entonces, al salir de un semáforo, una luz cegadora llegó hasta ellos desde la izquierda. Junto con la luz, el sonido de un claxon bramando igual que si se hubieran abierto los infiernos. Ángela se volvió y vio un enorme camión que se dirigía hacia ellos a una velocidad de vértigo. Todo sucedió en menos de dos segundos, pero en su mente era como si lo estuvieran proyectando a cámara lenta. Recordaba el grito de Mayte, el frenazo de Enrique, y el terrible choque que sufrieron. Después, lo siguiente era aquella solitaria habitación de hospital, a oscuras y en silencio.
            Abrió los ojos y miró por la ventana. Aún  era de noche. En ese momento, cayó una estrella fugaz y Ángela formuló un deseo, por eso que se dice de que después se cumplen. Deseó que nada de aquello hubiera ocurrido, que su vida siguiera siendo tan tranquila como hasta ese momento, y que su marido y su hija estuvieran sanos y salvos.
            Entonces, un haz de luz le indicó que la puerta de la habitación se estaba abriendo. Ella no veía la puerta, situada tras un recodo para evitar miradas indiscretas.
            Dolorosamente, giró la cabeza. Allí estaban Enrique y Mayte, junto a la cama y casi perfectamente ilesos. Su marido tenía unos rasguños en la cara y una mano vendada. Mayte no tenía nada visible. Por fortuna, iba bien atada en su sillita en el asiento trasero. Ángela, sin palabras, se puso a llorar de alegría, emocionada al verlos vivos. Enrique se sentó en el borde de la cama, y aupó a Mayte.
- Vamos, cariño, no es para tanto. Ya ves que no nos ha pasado nada. Lo peor es lo tuyo, así que deja ya de llorar.
Se inclinó y la besó en la frente. Mayte estaba jugando con su osito de peluche, que le habían comprado un par de días antes. Ángela hizo un esfuerzo, se calmó y dijo:
- Dejadme que os toque para comprobar que de verdad estáis bien. Por un momento pensé que los dos podríais estar muertos, y ya no quería vivir más…
            - La verdad es que fue una suerte –dijo Enrique-. El camión iba por lo menos a cien por hora, el conductor había bebido de más y por eso no pudo frenar a tiempo.
            - ¿Estás bien cariño? ¿Te duele algo? –preguntó Ángela a Mayte.
            - No, mami. Nena no tene pupa.
            - Gracias a Dios. Casi no me lo puedo creer –las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos, de tanta felicidad como sentía.
            - Hemos venido un rato nada más. El doctor dice que no tienes nada grave, pero que debes descansar para recuperarte pronto. Por cierto, no te preocupes por tus padres, ya los he avisado y vendrán mañana a visitarte. Esta noche no se podía quedar nadie aquí, pero nosotros hemos convencido a la enfermera de turno para que nos permita entrar un ratito ¿verdad, nena?.
            - Sí, papi.
            - De todas formas, ya nos vamos. Nada más queríamos decirte una cosa muy importante que no debes olvidar nunca: te queremos Ángela, y siempre estaremos contigo.

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