viernes, 30 de noviembre de 2012

EL OTRO LADO (II)

   BUENOS VIERNES A TODOS
   SEMANA TRANQUILA DESPUÉS DE LA RESACA DE LA ANTERIOR, DEDICADO A MIS LABORES LITERARIAS (Y AL RESTO, QUE NO ES MOCO DE PAVO).
   AQUÍ TENÉIS UNA SEGUNDA ENTREGA DE ESTE RELATO DE MISTERIO... "EL OTRO LADO". ¿EL OTRO LADO DE QUÉ? AL FINAL CADA UNO QUE SE SIRVA A SU GUSTO.
   BUENA SEMANA A TODOS
 
Tres días atrás, mientras recorría el mercadillo, había entrado en aquella oscura y polvorienta tienducha en medio de los puestos del mercadillo. En multitud de ocasiones había pasado por delante de ella, pero no se le había ocurrido ni de lejos pasar a fisgonear en su interior. El escaparate tampoco invitaba a la aventura, era una minúscula tienda de antigüedades con aspecto de estar abandonada. Sin embargo, ese día algo la impulso a traspasar el umbral de la desvencijada puerta. Un sonido de campanillas anunció su presencia en el estrecho local, tan atestado de trastos que apenas podía moverse entre ellos. Un  anciana apareció por una puerta que Laura supuso debía dar a la trastienda y le dirigió una afable mirada por encima de unas obsoletas gafas de gruesa montura.
            —¿Puedo ayudarla en algo? —la mujer esbozó una leve sonrisa.
            —En realidad solo quería echar un vistazo, vivo cerca y, a pesar de haber pasado por delante del escaparte mil veces, nunca había entrado. No le importa ¿verdad?
            —En absoluto, joven. Si desea algo, estaré en la parte de atrás.
            «Aún hay personas confiadas, a pesar de los tiempos que corren», pensaba Laura mientras examinaba la más dispar colección de objetos que jamás hubiera imaginado que podían estar juntos en una sola tienda: sillas con un tapizado que sugería la corte francesa de Luis XVI descansaban junto a una vieja máquina de coser, una pequeña jarra  de loza junto a un aguamanil descascarillado, un banco de madera adornado con un paño obviamente tejido a mano con unos motivos geométricos simplemente horribles… y entonces lo vio.
            En aquel momento tuvo la sensación de haber sentido un hormigueo en la mano, más concretamente en el dedo en el cual lucía aquel singular anillo. Cuando llegó a casa, el sentido común le hizo pensar que no había sido más que una ilusión causada por la agobiante atmósfera de la tienda. Lo cierto es que al tener frente a sí el espejo experimentó una especie de interferencia visual como las que produce el calor sobre el asfalto en los más achicharrantes días del verano.
            Se trataba de un objeto de apariencia muy antigua. El marco metálico estaba adornado con volutas y motivos vegetales sobre un material que aparentaba ser bronce. Dio un paso y tendió su mano para acariciarlo. Al entrar en contacto, la sensación de hormigueo se intensificó y la cabeza comenzó a darle vueltas hasta el punto de que pensó que se iba a desplomar allí mismo. Sin embargo, el torbellino que asolaba su cabeza se disolvió tan repentinamente como había comenzado, dejándola sumida en un mar de dudas.
 Una vez recuperada del ligero vahído, supo que aquel espejo tenía que ser suyo. Era como si su imagen reflejada se lo estuviera diciendo desde lo más profundo de aquel enorme armatoste. Se dio la vuelta y casi tropezó con la anciana, que estaba de pie justo detrás de ella.
            —¿Le gusta? No es muy caro.
            Laura se quedó mirándola, confusa. No la había visto cuando se contemplaba a sí misma en el espejo. Estupefacta, volvió la vista de nuevo y, aliviada, contempló el reflejo de las dos sobre el cristal. «Te estás sugestionando, compañera», se reprendió mentalmente. No es más que un espejo en una destartalada tienda de barrio y esta anciana apenas si puede moverse.
            —Sí, me gusta. Si el precio es razonable, me lo quedo. Lo único que le pediría es que me lo guarde hasta por la tarde. Pasaré con mi novio a recogerlo, yo sola no puedo llevarlo a casa.
            —No hay problema, querida. Y respecto al precio le aseguro que le resultará de lo más conveniente —la extraña y ambivalente sonrisa seguía colgada en el rostro de la mujer como si hubiera quedado paralizada allí mucho tiempo atrás, otorgando un aire de inexpresiva cordialidad a su dueña.
            Laura sacudió la cabeza mientras pensaba que se estaba convirtiendo en una neurótica, pero cerró el trato y aquella tarde el espejo ya adornaba su dormitorio, dominando el espacio a pesar de ser un objeto discordante con la decoración que lo rodeaba.   

6 comentarios:

  1. Mm tiene buena pinta, habrá que esperar para descubrir qué se esconde detrás de ese viejo espejo y cuantas sorpresas nos depara. Un abrazo, Vidal.

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  2. Bienvenido, Frank!!!
    Espero que este rinconcito a la sombra de los árboles te resulte cómodo y que te quedes una buena temporada.
    Un abrazo!!!

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  3. Pues habrá que estar atenta los viernes... ese espejo me encanta!!

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  4. Paciencia, compañeros... poco a poco, un paso y luego otro. detrás del espejo está Lu... digo Laura, que me equivoco, jeje

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  5. Un espejo, un objeto misterioso y ambiguo....me gusta, espero leer más

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  6. Bienvenida tú también, Tere!!!
    Cuánta gente en tan pocos días! Pasado mañana habrá más, si nada lo impide.
    Un abrazo a ti también!!

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