viernes, 21 de diciembre de 2012

EL OTRO LADO (IV)

   BUENAS NOCHES A TODOS:
   SEMANA QUE PRECEDE A LAS NAVIDADES, ANSIADAS POR UNOS Y ODIADAS POR OTROS, PERO QUE NO DEJAN DE SER UN REFERENTE EN EL TRANSCURSO DE UN AÑO. UN AÑO QUE SE VA CON MÁS SINSABORES QUE ALEGRÍAS, PERO SI NO SOMOS CAPACES DE CONFIAR EN EL FUTURO ¿QUÉ PINTAMOS AQUÍ?
   OS DEJO UNA ENTREGA MÁS DE "EL OTRO LADO". ESPERO QUE OS GUSTE ESTE RLATO DE INTRIGA CON SORPRESA FINAL.
   Y, HABLANDO DE SORPRESAS, PARA DESPUÉS DE REYES OS TENGO PREPARADA UNA, UN EBOOK DE CUENTOS NAVIDEÑOS CON UN TOQUE "ESPECIAL". HASTA ES POSIBLE QUE HAYA UN RELATO DEL MENDA INCLUIDO EN ÉL. A TODOS LOS QUE ESTÁIS EN MI LISTA DE CORREO OS ENVIARÉ UN EJEMPLAR GRATUITO. CONTIENE BUENOS RELATOS, GRACIOSOS UNOS, OCURRENTES TODOS ELLOS.
   YA OS LO TERMINARÉ DE CONTAR EN SU MOMENTO.
   MIENTRAS TANTO, OS DEJO CON LAS ANDANZAS DE LAURA.
 
Apenas había transcurrido un año desde la boda, cuando Jon comenzó a sentirse mal. Primero perdió el apetito, si bien hacía enormes esfuerzos por ingerir algo de alimento a instancias de Laura. Luego vinieron las náuseas, y finalmente los espasmos y la fiebre.
            Un día simplemente no se pudo levantar por la mañana. En su estado febril, no opuso mucha resistencia cuando Laura le llevó a urgencias. Tras varias pruebas, los médicos descartaron la anemia u otras afecciones peores. Cuando el doctor que se encontraba de guardia salió a hablar con ella, Laura estaba hecha un manojo de nervios. Llevaba varias horas esperando en la sala.
            —¿Qué le ocurre, doctor? Era un hombre sano y recio hasta hace poco tiempo, y sin embargo ahora… temo que algo grave le esté ocurriendo.
            —No sabemos qué puede ser —respondió el médico—, pero yo le diría que esté tranquila. Hemos descartado todas las grandes enfermedades que son comunes. Es posible que su esposo se vea afectado por algún virus desconocido, pero aún es demasiado pronto y no nos atrevemos a lanzar hipótesis sin el necesario sustento. Le tendremos en observación unos días. Mientras tanto, le hemos suministrado un sedante y un antipirético para que pueda descansar.
            —¿Puedo pasar a verle?
            —Solo un rato. Le vamos a mantener lo más aislado posible, no sabemos si se trata de algo contagioso. En su lugar yo me iría a casa, aquí tampoco puede estar con él.
            Laura se retorcía los dedos compulsivamente, angustiada.
            —Si empeora ¿me avisarán? Le dejo mi número de teléfono —aseveró mientras garabateaba sobre un trozo de papel que había sacado del bolso.
            —Por supuesto. No se preocupe. Si se estabiliza, en un par de días le trasladaremos a una habitación en planta, siempre y cuando supere las pruebas oportunas y podamos estar seguros de que no existe riesgo de contagio. Vuelva mañana y le informaremos de su evolución.
            Al llegar a casa, no se encontraba precisamente relajada. Había dejado a Jon dormido a fuerza de calmantes, pero su aspecto demacrado y su tez amarillenta habían provocado en ella una enorme inquietud.
            Se dio un largo baño de sales para intentar relajarse. Cuando se secó y se dirigió al dormitorio, se sentía ligeramente mejor. Se puso la ropa interior y un camisón y conectó el secador.
            Mientras se secaba el cabello, le pareció escuchar un ruido. Apagó el aparato y permaneció unos segundos escuchando, pero no oyó nada.
            —Debo estar sufriendo alucinaciones —murmuró para sí misma, y prosiguió con lo que estaba haciendo.
            Entonces le invadió la sensación de que no estaba sola. Sin saber porqué, notaba una presencia cercana. Era como si el aire de la habitación se hubiera vuelto pesado. Tuvo la impresión de que las partículas de polvo que siempre flotan en la atmósfera se habían detenido súbitamente.
            Dejando a un lado el secador, se levantó con la intención de inspeccionar la casa. Su mente barajaba ideas disparatadas, quizás había entrado un ladrón y no  lo había oído por el ruido. Buscó algo con lo que pudiera defenderse, pero no divisó nada contundente. Si le hubiera pillado en la cocina para armarse con un cuchillo… Al final, tomó un zapato con tacón de aguja. Pensó que bien clavado en un oído o en un ojo serviría igualmente.
            Descalza para no hacer el más mínimo sonido, se dirigió hacia la puerta de la habitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario