lunes, 12 de agosto de 2013

JACK VUELVE XXXVI

   HOLA A TODOS
   EN UNAS SEMANAS,SI TODO A BIEN, HABREMUS SORPRESA, Y GORDA. MIENTRAS TANTO, ESTA SEMANA Y LA SIGUIENTE TENDREMOS RELATO COMO SIEMPRE EN EL BLOG, PERO LUEGO LE DARÉ UNAS VACACIONES HASTA MEDIADOS DE SEPTIEMBRE, Y YO APROVECHARÉ PARA TOMARME UN DESCANSO LITERARIO, QUE HAY QUE DESESTRESAR LA MENTE....
   OS DESEO BUENA SEMANA. AQUÍ TENÉIS A JACK


—Y dice usted —el inspector Higgs contemplaba, divertido, a aquella chocante mujer que había pasado literalmente por encima del agente Williams exigiendo hablar con él—, señora…

            —Tilton, inspector. Leonora Tilton.

—Sí, perdone. Dice usted que se dedica a leer el futuro, a elaborar cartas astrales y todo eso, ¿me equivoco?

            —De pleno a pleno —Leonora no se dio por aludida ni se mostró ofendida en ningún momento—. Soy médium, inspector. Supongo que alguien de su capacidad —el inspector enarcó las cejas. «Touché», pensó, captando cómo ella le había devuelto el golpe— sabe perfectamente a lo que se dedica alguien de mi profesión. Contacto con almas perdidas, espíritus, como suelen ustedes llamarlos. Yo prefiero decir que son el eco de personas que han muerto dejando alguna cuenta pendiente en este mundo. Puede que le cueste creerlo, pero hay personas que poseen una sensibilidad especial para captar ese otro plano de la realidad. Olvídese por un momento de su racionalidad a ultranza y escuche lo que voy a decirle. La vida de muchas personas, alguna de ellas importante, peligra en estos momentos.

            El inspector Higgs se sintió tentado de mandar a aquella mujer a hacer puñetas. «Señora, tengo cosas más interesantes que hacer a estas horas que escuchar relatos paranormales de boca de una mujercilla estrambótica. Si me perdona…». A punto estaba de soltar la retahíla con la mayor paciencia de que disponía cuando, sin esperar su respuesta, ella le atajo con una tranquilidad pasmosa.

            —Sé que están investigando sobre el terrible asesinato de esa muchacha. Sé que sospechan de la hija de Sir Richard Thornton. Sé que tienen un agente vigilándola de cerca. Y también sé que de nada servirá todo eso si no acuden esta misma noche a la casa de los Thornton.

            Higgs se quedó mudo. ¿Cómo podía saber ella datos que no habían sido revelados a la prensa?

            —Y dígame, señora Tilton ¿cómo sabe usted todo eso?

            —Me lo ha dicho él.

            —¿Él? ¿Quién es él? ¿Alguno de sus espíritus?

            —No bromee sobre lo que desconoce, inspector. Me lo ha dicho el propio asesino. Tiene una cuenta pendiente con Sir Richard. Por eso ha vuelto. Para tomarse la revancha.

            —¿Me está diciendo que conoce la identidad del asesino y que no ha acudido a la policía en estos meses?¿Es usted consciente de que eso la convierte en cómplice de asesinato, señora Tilton?

            Leonora esbozó una ligera sonrisa.

            —Dudo mucho, inspector Higgs, que incluso después de que le explique mi historia pueda usted acusarme de nada. Ni siquiera se toma en serio lo que le estoy diciendo…

            El inspector se puso en pie y cerró la puerta de su despacho. Quizás la adivina o lo que fuese sí tenía algo que aportar al esclarecimiento del caso. Volvió a ocupar su lugar frente a la mesa y abrió su bloc de notas.

            —Muy bien, señora Tilton, soy todo oídos. Empecemos por el principio, si le parece. ¿Cuál es el nombre del asesino?

            —Oh, pensé que ya lo habían supuesto por su forma de… actuar. El asesino es Jack. Jack el Destripador, quiero decir.

            El lápiz volvió a car sobre la mesa. La situación se estaba volviendo intolerable para el inspector Higgs.

            —Mire, señora Tilton, vamos a dejarnos de estupideces. Jack el Destripador murió, o desapareció, nadie lo sabe con certeza, hace más de veinte años. A estas alturas sería un anciano. Difícilmente podría ir por ahí asesinando a nadie, incluso en el caso de que siguiera con vida.

            —Inspector —terció ella—, no ha escuchado ni una palabra de todo lo que le he contado. Jack el Destripador murió, eso se lo puedo asegurar yo. ¿Ha olvidado mi profesión?

            Para Higgs todo aquello cobraba por momentos un aire de irrealidad que le estaba sacando de sus casillas.

            —¿Me está diciendo que el espíritu de Jack el Destripador anda por ahí de nuevo matando gente? No puedo creer que esté aquí sentado escuchando esto.

            —En realidad ha acertado usted bastante, inspector. Él es quien está detrás de todo esto, pero no es suya la mano que sostiene el cuchillo, sino que se vale de alguien vivo, claro está.

            —¿Por qué? ¿Por qué ha vuelto, según usted?

            —Para eso no necesito la videncia, inspector. Se lo puedo decir porque yo estaba presente aquella noche. Ha vuelto para vengarse.

            El giro de los acontecimientos era tan rápido que el inspector sintió que una especie  de vértigo le sacudía. El asunto estaba tomando un tinte inesperado. Y oscuro. Su instinto le gritaba que estaba a punto de averiguar algo que había traído de cabeza a la policía durante mucho, mucho tiempo.

—Vengarse… ¿de quién?

Algo terrorífico, espeluznante, parecía brotar de la garganta de Leonora Tilton cuando afirmó:

            —De Sir Richard Thornton, claro está.

2 comentarios:

  1. Este apartado está de lo más interesante!!!!!!
    A mí es que me van muchísimo las historias de espíritus y de mediums.
    Antes de irte. completa la novela.
    Un abrazo.

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  2. La novela, Lía, me he dado de plazo has fin de año (hay mucho que escribir, organizar...).
    El final de Jack se acerca, pero no sé decir cuando será, jaja!!!
    Besos!

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