viernes, 21 de marzo de 2014

LOS VERDADEROS VAMPIROS (UNA HISTORIA REAL)

   HOLA A TODOS

   ESTO NO ES UN RELATO FANTÁSTICO DE TERROR, SINO UNA HISTORIA VERÍDICA ACAECIDA POR TIEMPO ATRÁS. ESPERO QUE LA DISFRUTÉIS. YO NO PUDE HACERLO.


Los verdaderos vampiros

Cuando la megafonía anuncia su número, entra en el box. Mira a la enfermera, morena, joven, y le dice lo mismo que siempre en estas ocasiones:
            —Pínchame con cariño, alguna vez me he mareado.
            —Esto no es anda, ni te vas a enterar.
            Él ya es mayorcito, ya lo sabe. Pero se anima cuando solo ve dos tubos preparados. En otras ocasiones han llegado hasta cinco. Pan comido. Se sienta, tiende el brazo y vuelve la cabeza. Algunas veces es mejor no saber.
            Nota el pinchazo. Empieza a distraerse, como de costumbre. En su cabeza tararea canciones, piensa en cosas que tiene que hacer luego cuando termine, cualquier cosa es buena para abstraerse de la situación. Ya lleva un buen rato con la mente en África cuando la enfermera exclama:
            —¡Ya1 ¿Ya empieza a salir la sangre!
            «¿Ya empieza? ¡Pero si ha tenido tiempo de sacar catorce tubos!». En fin, paciencia, ya queda poco y aún está bien, sin signos de malestar.
            El tiempo pasa, el repertorio de canciones para cantar se acaba. Como suele sacar la vena humorística (además de la otra) se decide a preguntar.
            —¿Qué? ¿Cómo va la cosa?
            —Ahí vamos —responde ella con aire resignado.
º«¿Ahí vamos? No me lo puedo creer. Llevo diez minutos o más con el pincho puesto y dice que «Ahí vamos». Se vuelve y le espeta:
            —¿Sabes lo que te digo? Que he cambiado de idea. Sí que voy a marearme. Y va a ser ahora mismo.
            Ella extrae la aguja rápido y le empuja hacia el sillón. De la nada aparece otra enfermera y la ayuda. Él se rebela, ni siquiera le han dejado plantar el culo en el asiento.
            —Tranquilas, que aún estoy aquí. Ya me pongo cómodo yo solito.
            Se tumbe y la enfermera comienza a abanicarle con una de esas bandejitas de cartón que usan para depositar los tubos, la mariposa…
            —Es que te has puesto blanco.
            —Si, suelo ponerme blanco cuando me mareo, qué cosas ¿no?
            —¡Y cómo sudas!
            —Es una fea costumbre mía. Cuando me mareo, suelo cubrirme de sudor frío.
            —Tranquilo, esto es una cosa bastante común.
            «Seguro que sí, pedazo de pánfila. Pocos se te escaparán a ti», piensa él.
            Unos minutos más tarde, se siente con fuerzas para levantarse.
            —No, espera —dice ella—. Ahora te tengo que pinchar en el otro brazo. Me falta sacarte un tubo.
            Él se vuelve. Le sale del alma:
            —¿Lo estás diciendo en serio o te estás quedando conmigo?
            —Es en serio. Como te has mareado solo he podido sacar un tubo.
            —Me he mareado porque has tardado una eternidad en sacarme la sangre.
            —No es culpa mía. Has movido un poco las espalda y se me fue la vena.
            De ciencia ficción. Esto es una película de ciencia ficción o hay una cámara oculta por algún lado. Se tumba y le sacan el segundo tubo. Se levanta y va a coger la chaqueta, el bolso y la carpeta, que le esperan pacientes en el suelo. Ella es amable y se lo recoge.
            —No tengas prisa. Quédate ahí el rato que necesites, hasta que te hayas recuperado.
            Él rehúsa con un gesto de la mano.
            —No, no. Mejor me siento tranquilito en la sala de espera. Cuando me sienta con ánimos, me voy.

            Un rato después, cruzo la calle y entro en la cafetería para tomarme un café con una porra. Por primera vez en mi ya dilatada vida, no tengo ni ganas de comerme la porra. Hasta cuando he llegado a casa me sigo sintiendo fatal. Con la de personas fuertes que hay en el mundo y la de enfermeras competentes, hemos tenido que coincidir los dos. ¡Porca miseria!
            Así que ya sabéis, si tenéis que ir a sacaros sangre al Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares y os toca un enfermera morena, de pelo largo, y os dice que esto va a ser visto y no visto… ¡¡¡HUID, INSENSATOS!!!


6 comentarios:

  1. Blanco sobre negro y por si fuera poco letra pequeña...no gracias. La verdad es que no entiendo si buscaís originalidad o qué, pero no os daís cuenta que este contraste es difícil y poco agrdable de leer por lo que mucha gente desiste.
    Saludos

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  2. Gracias por tu edificante comentario, anónimo. Y por dar la cara también.
    Lo que yo busco son lectores, no inspectores de hacienda.
    El blog está blanco sobre negro precisamente por la sugerencia de una lectora que tuvo mejores modales que tú y solicitó un cambio que le facilitase la lectura.
    Si no te agrada el contenido, no entres. Punto.

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  3. Un gusto leerte!
    Voy en busca de Sombraaas ijiji.
    Un beso.

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  4. Una pequeña observación, Vidal, aparte del maleducado comentario. Creo que se te ha escapado por ahí un bolso, entre la chaqueta y la cartera y suena más a mujer que a hombre. Yo lo suprimiría, pero...

    Un abrazo.

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  5. Hola!!! Yo es que llevo bolso. Un bolso de hombre, pero un bolso a fin de cuentas, jaja!
    Un abrazo!!!!

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